Neuromarketing: Conoce cómo aprender a ‘danzar’ con las emociones

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Si hay una constante en la vida es el cambio, pero los seres humanos siempre apostamos a la estabilidad. A sentirnos en paz con nosotros mismos, con nuestra familia, pareja, amigos, que las cosas permanezcan inmóviles para no sufrir o experimentar sentimientos dolorosos. El problema es que ese anhelado equilibrio emocional es una aspiración y más vale no obsesionarse con ello, recomiendan terapeutas.

Mariana Espinosa, integrante del Colectivo Terapéutico Es de Humanos, explica que la vida está en movimiento.


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“Nosotros también estamos en movimiento y a través de esto crecemos y podemos crear cosas diferentes. Querer retener un cierto estado emocional como la felicidad para tener equilibrio puede resultar una tarea agotadora, complicada e incluso neurótica, más bien el movimiento es lo que nos impulsa al aprendizaje”, dice.

La pandemia, un sismo para el equilibrio emocional

La crisis por la Covid-19 nos ha enseñado cuán cambiante puede llegar a ser la vida. Las personas solían pensar su trabajo, su salud, su estabilidad económica, su entorno social como cosas seguras.

Un virus vino demostró que siempre las cosas pueden cambiar y que no queda más que reconocer, asimilar y adaptarse.

Si hoy ya parece normal trabajar a distancia desde casa, hace un año era un tema que causaba mucha preocupación y estrés.

Este intento por mantener inamovibles las cosas para que no modifiquen nuestro estado de ánimo está relacionado con otra práctica muy común: siempre pretender sentir poco u ocultar las emociones para demostrar que soy “fuerte” o “equilibrado”.

Espinosa ejemplifica: “me enojo pero poco, me alegro tres ‘rayitas’ y regreso a la calma; de a poquito para que no se me mueva tanto el estado de ánimo es un buen anhelo, pero es complicado”.

La especialista en Psicoterapia Gestalt, recomienda reconocer la emoción: ¿qué es lo que me informa?, ¿a qué me invita?

El siguiente paso, y es a lo que tememos los humanos, es a hacerle caso a esa emoción porque puede implicar movimiento y a su vez conflicto.

Tal vez esa emoción me pide “defenderme, poner un límite o hacer una denuncia”, de acuerdo con Espinosa.

La diferencia entre sensación y emoción

La sensación que ocurre en el cuerpo es algo natural, la expresamos de forma inconsciente.

Sentir mareo, hormigueo, dolor estomacal, debilidad, sudor en las manos son los síntomas de una emoción. En cambio el nombre que le ponemos es cultural: enojo, tristeza, miedo.

“Vamos aprendiendo a nombrar las sensaciones. Dependiendo del contexto cultural, de género, de época, las emociones van tomando diferentes lugares y espacios dentro de nuestra vida cotidiana. Son muchos los factores que intervienen en cómo nos educamos a expresar o no nuestras emociones”.

Aunque hay grupos de autoayuda que abanderan la felicidad como un estado permanente del ser, que insisten en la independencia, autosuficiencia, autoestima, hay que reconocer que un individuo es él y su entorno.

“Me van a pasar muchas cosas a nivel emocional en la interacción con otros y muchas de mis necesidades van a ser cubiertas en el entorno, no las puedo cubrir yo solita”, comenta Mariana Espinosa.

Venimos equipados con las emociones porque nos sirven, porque son indicadoras de peligro o bienestar.

Desaprender

La función de las emociones es ayudarnos a sobrevivir y a relacionarnos con nuestro ambiente y con nosotros. Miles de años de evolución, donde nuestro cuerpo se ha ido perfeccionando y ¿por qué las emociones serían una falla? Gracias al afecto es que soy gregaria, me permite hacer comunidad”, explica la especialista en Desarrollo Humano.

El detalle es que los seres humanos tenemos que desaprender la educación emocional que recibimos desde niños.

Mariana Espinosa llama introyectos a todo aquello que aprendemos de manera acrítica y que asumimos como verdad.

En lugar de responder siempre de la misma forma ante una emoción o fingir que no nos importa algo para para no ser juzgados ni rechazados, propone respuestas creativas y espontáneas.

“Lo que puede hacer la diferencia es familiarizarme con mis emociones, mis respuestas y permitirme creatividad en mis respuestas. A veces hay fórmulas del pasado que me pueden ayudar pero la vida cambia y la persona que está frente a mí no es la misma, ni vivo en el mismo lugar, probablemente requiera un poco de creatividad para atender ese enojo o ese miedo”.

Las emociones nos han permitido sobrevivir

Dalia Reyes, psicóloga clínica y laboral, por su parte, explica que tenemos tres cerebros: el reptiliano compuesto por el tronco encefálico y el cerebelo, éste controla el comportamiento y el pensamiento instintivo para sobrevivir; el límbico ubicado en amígdala, hipotálamo e hipocampo, donde se ubican las de las emociones; y neocórtex, el del razonamiento.

El sistema límbico es el que se encarga de gestionar las emociones. “Se encuentra en las dos amígdalas del cerebro, una en cada hemisferio. Éstas generan, procesan, reciben toda esa información del tálamo. Las emociones no son malas, una persona que viva todo el tiempo en euforia y alegría se desbordaría. Es imposible. La tristeza, la ira, el enojo también son un sistema de alarma que nos indican cuando algo no está bien”.

La mayoría de las personas trata de reprimir las emociones porque pensamos que es la forma de controlarlas y realmente entre más nos reprimimos logramos lo contrario, “entre más niego una emoción más la experimento o la vivo”.

Nuestro cuerpo siempre habla, todo lo que nuestra boca no expresa con palabras el cuerpo lo manifiesta.

Las personas tendemos a reaccionar ante los eventos antes de pensar. El rostro expresa más de 10,000 expresiones y a veces son microsegundos de un gesto.

La especialista recomienda, en primer lugar, asistir a terapia. Es el primer paso para el bienestar de una persona en conflicto, porque al dialogar con otra persona aprende a gestionar sus emociones, a administrar sus sentimientos, a accionar ante la sociedad.

“Hay que reconocer que la emoción en sí no me causa ningún conflicto sino lo que hago con ella. Enfocarme en lo que puedo controlar dejar de ser reactivo ante la situación y ser activo ante aquello que sí puedo decidir. Por muy pequeñas que sean esas cosas, si las empiezo a manipular, ese cuadro empieza a extenderse y a hacerse más grande”.

¿Cómo controlar una emoción negativa?

La experta recomienda:

  1. Cuando estés experimentando una emoción respira, date tiempo
  2. Haz respiraciones profundas, inhala, exhala para que le llegue más oxígeno al cerebro
  3. Comunica lo que sientes dentro de un ambiente seguro, donde lo que se diga no afecte ni a ti ni a los demás

¿Cómo lograr un equilibrio emocional?

Reyes también comparte cinco puntos para lograr un equilibrio emocional:

  1. Afrontar la situación
  2. Elegir siempre una actitud positiva
  3. Cambiar la visión del problema
  4. Expresar las emociones
  5. Moverse hacia la proactividad
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