Neuromarketing: cerebro y música: la experiencia musical de hombres y mujeres

 

En 1981 Ringo Star, baterista de Los Beatles, protagonizó una película cómica llamada “Caveman” (“Cavernícola”), en la cual, “Atouk” el personaje de Ringo, era un hombre de las cavernas que tenía que luchar contra un bruto cavernícola para conquistar a la hembra alfa. En la película, el omega “Atuk” es expulsado de su tribu y se embarca en aventuras para encontrar su lugar en el mundo, el verdadero amor y ser líder.

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Mi parte favorita de la película es cuando Atouk, junto a otros desplazados y sin tribu, son los primeros humanos en crear música con lo que tienen a mano después de cenar: huesos, madera, animales, sus cuerpos y voces. Siempre me llamó la atención esa escena. En parte, así imaginé a los humanos prehistóricos creando música, frente a un fuego, relajados y usando lo que tenían a mano y me surgió una duda, ¿cómo y cuándo los humanos descubrimos la música? Existen registros en Europa de instrumentos como huesos o palos con huecos fabricados hace 39.000-60.000 años, o evidencias de estalactitas o piedras que eran golpeadas en una cueva y usadas como cámara de resonancia hace 12.000 años. Pero probablemente fueron las voces los primeros instrumentos musicales.

Teniendo en mente el viejo adagio- “En términos de gustos no hay nada escrito”- entre hombres y mujeres parecer haber diferencias a la hora de elegir gustos musicales. Esto podría deberse a cómo nuestro cerebro está formado (aunque el ambiente también influye), es interesante preguntarse: ¿pueden el cerebro masculino y femenino percibir la música de forma diferente?

Primero, una aclaración, sí, existen diferencias entre el cerebro del hombre y de la mujer. En los últimos años en el área de la neurociencia se ha comenzado a realizar estudios acerca del funcionamiento del cerebro y cómo es influenciado por el sexo. Por años solo se estudiaba a machos debido al argumento de que las hormonas femeninas podían afectar los resultados, eso ha cambiado. Ahora hay mucha literatura científica que ha logrado determinar que machos y hembras tienen diferencias que van desde la anatomía cerebral, el procesamiento de algunas tareas cognitivas y de patologías que afectan a un sexo más que al otro.

La respuesta a la pregunta es que sí existen diferencias. Debido a estas diferencias se ha determinado que los cerebros femenino y masculino, difieren en el procesamiento de señales auditivas del habla y la música. Se ha determinado que áreas del cerebro involucradas en el procesamiento auditivo en la mujer se activan más rápido. Además de poseer mejor memoria declarativa, las mujeres son capaces de reconocer más rápido melodías familiares en comparación a los hombres. Por otra parte, la música gatillaría emociones más fuertes en mujeres produciéndoles más experiencia de “escalofrío” (o piel de gallina).

Así llegamos a estudios que pretenden determinar que tipo de música prefieren hombres y mujeres. Por ejemplo, un estudio del 2006 realizó experimentos donde sometían a dos estímulos musicales, a hombres y mujeres con una edad promedio de 26 años; un estimulo “agradable” (música clásica) y otro estimulo “aversivo” (Heavy metal). Se midieron parámetros fisiológicos en ambos y el resultado final fue que las mujeres eran hipersensibles al estimulo aversivo y los hombres no parecían reaccionar frente al heavy metal de la misma manera.

En cuanto a preferencias musicales en jóvenes de Estados Unidos se encontraron las siguientes predilecciones. Hombres: Blues, Heavy metal, Rock Psicodélico y Rock de los 80. Mujeres: Clásica, Pop, Disco de los 70, Reggae, R&B, Jazz y Soul. Estas preferencias se deben a que a los hombres les gusta la música con cambios rápidos, más guitarra eléctrica y batería, sonidos discordantes y con letras más agresivas. A las mujeres en cambio, les gustaría la música más suave, melosa, con sonidos acústicos de guitarra y teclados y melodías más rítmicas.

Por otro lado, las hormonas en los hombres también generan una respuesta en el cerebro a la hora de elegir un estilo de música. Un estudio japonés evaluó hombres y mujeres en cinco categorías musicales; como resultado obtuvo que hombres con niveles más bajos de testosterona preferían música más “sofisticada” como el jazz o clásica y, por el contrario, los con mayores niveles de ésta hormona preferían más el Soft Rock o el Heavy Metal, estilo de música catalogada como música “no-sofisticada”. En mujeres no hubo diferencias en la selección de música.

¿Qué pasa cuando nuestro cerebro se daña y queremos escribir música? En este caso también encontramos diferencias. En un estudio con pacientes con traumatismos cerebrales, se les pidió que escribieran canciones. Las letras de las canciones en ambos sexos se relacionaron con mensajes a seres queridos y reflexiones personales. Sin embargo, los hombres tendieron a escribir sobre su preocupación por el futuro y sus adversidades, mientras que las mujeres sobre sus relaciones con otras personas.

Finalmente, la música ha sido parte de la historia de la humanidad y parte de nuestra identidad, nos ayuda para sentirnos parte de una tribu, junto a otros que disfrutan las mismas melodías, letras e instrumentos. La música nos acompaña hasta el día de hoy con diferentes estilos, nuevos instrumentos o sonidos generados por equipos electrónicos o computadoras y nuestros cerebros parecen reaccionar de forma distinta a estos estímulos.

En mi opinión, creo que en Chile somos mucho más homogéneos entre hombres y mujeres en términos musicales. Todos podríamos estar disfrutando la misma música frente a la fogata junto a Ringo, creando nuevas melodías y sintiéndonos parte de la misma tribu. Así que hágame un favor, la próxima vez que se junte con sus amigos, amigas o familiares, pregunte que canciones les ponen la piel de gallina y observe si logran el mismo efecto a la vez, cuando escuchen sus canciones favoritas.

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