¿Existe un tipo de serie capaz de dañar nuestro cerebro?

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Según publica el portal La Mente es Maravillosa A muchos puede sorprenderles que algo tan aparentemente inofensivo como los culebrones tenga la capacidad de dañar un órgano tan complejo como el cerebro. Sin embargo, así es. La aseveración proviene de Erwin Höllinger, catedrático y neurólogo de la Universidad de Salsburgo (Austria).

Los culebrones son telenovelas o series de género melodramático. Se producen en cantidad y suelen tener una amplia audiencia. Es una industria que mueve millones de dólares y más allá de lo que representa en términos de mercado, también son un vehículo de penetración cultural.


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Lo que caracteriza a los culebrones es la exageración de las emociones y la dramatización de las situaciones. En ocasiones, se mueven entre lo romántico, lo cursi y lo peligroso; habitualmente introducen situaciones límite en la trama para inyectar tensión y que el espectador no desconecte. Ahora bien, ¿por qué dañan el cerebro?

Los culebrones y la ciencia

Erwin Höllinger afirma que los culebrones pueden ser tan dañinos como una adicción a las drogas. Literalmente, señala que pueden provocar: “apatía generalizada, irritabilidad, trastornos de la personalidad e incluso demencia”. ¿Por qué los sitúa como una amenaza tan peligrosa?

Pues bien, las telenovelas melodramáticas tienen argumentos que reflejan la vida ficcionada de un núcleo de personas. Su objetivo no es la crítica social o la información de la audiencia, lo que buscan es el entretenimiento. Esta motivación hace que en muchos casos traten temas profundos de manera muy superficial o simplificada.

En realidad, con frecuencia no profundizan en ningún personaje, sino que lo estereotipan. Lo cierto es que el público termina identificándose fácilmente con esas figuras. En eso influyen las neuronas espejo. Estas generan un sesgo por el cual el cerebro llega a pensar que en la ficción funcionan las mismas reglas y mecanismos que en la realidad.

Por otro lado, puede generarse una conexión tan fuerte con alguno de los personajes que, como espectadores, podemos llegar a sentir lo que le sucede como si nos sucediera a nosotros o a un ser querido. La gente termina “odiando” al “malo”, sufriendo por “el bueno” y deseando castigo y premio para el uno y para el otro. Tanto es así que muchos acaban hablando de esos personajes como si fueran de su familia.

Culebrones y cerebro

Ese efecto de identificación con los personajes de los culebrones, mediado por las neuronas espejo, puede generar un efecto alienante. La percepción de la realidad se distorsiona en alguna medida. De manera simultánea, se incuban y reafirman emociones y valores en una sucesión de situaciones extremas.

La identificación lleva a que alguien llegue a experimentar enfado ante la traición que sufre uno de los personajes. De alguna manera, nos invita a acompañar deseos de venganza, inquietudes, depresión, ansiedad, etc. Ante esos culebrones, el cerebro llega a producir cortisol o adrenalina. Se trata de un entretenimiento que, por su juego con nuestras emociones, puede llegar a desequilibrarnos en este plano.

El alimento del cerebro

El cerebro se alimenta de lo que llega hasta a él, ya sea la estimulación que procede de los sentidos o la glucosa de la ingesta de alimentos. Si el nutriente son los culebrones, el resultado es el mismo que se produce en un cuerpo abastecido por una dieta descompensada.

Una prueba llevada a cabo por el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval) mostró que los jóvenes que ven telenovelas melodramáticas con frecuencia obtuvieron 12 puntos menos, como media, en los exámenes de ingreso en comparación con quienes veían otro tipo de programas.

A menudo, en busca del entretenimiento, los culebrones muestran una versión falseada de la vida. Además, el esquema suele repetirse en forma de cuento moderno para adultos: se trata de una historia de buenos y malos en la que suelen ganar los buenos o, al menos, no ganan los malos. Las tramas utilizan temas universales, como son el amor, el miedo, el honor, la justicia o la venganza.

Mientras se desarrolla la historia, tenemos tiempo de experimentar todas esas emociones en sintonía con los personajes. Hay quienes llegan a vivir un duelo cuando finaliza el culebrón. Extrañan a los protagonistas y sienten que su vida ha perdido un poco de sentido sin ellos.

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