Esto sucede en nuestro cerebro cuando cambiamos de opinión

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Según publica el portal El Confidencial  La opinión no es algo rígido e inmutable. Por muy terco que seas, lo cierto es que con frecuencia opinarás de forma distinta sobre algún hecho o cosa porque, simplemente, esta está determinada no por uno ni dos ni tres factores, sino por multitud de estos que, claro, según lleguen a nosotros, nos hacen adoptar una postura de pensamiento u otra, y modificarla cuando ese punto de vista llega distinto a nosotros.

Generalmente, un escenario habitual se produce cuando actuamos en contra de nuestras propias creencias (o lo que creemos que son nuestras creencias, valga la redundancia). Es entonces cuando tendemos a modificarlas para reducir nuestro malestar mental. Eso sí, ¿lo hacemos siempre fruto de nuestra pura voluntad? Resulta que desde el momento en que recibimos información nueva que nos hace dudar, podemos estar más influenciados por las personas que nos la entregan que por la información en sí.


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Así lo constataron durante un estudio llevado a cabo por un equipo de neurólogos de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y la Universidad de Freiburg (Alemania), y cuyos resultados fueron publicados en la revista ‘PLOS Biology’ en marzo de 2020. Lo que el experimento confirmó es que estos dos tipos de influencia social no se manifiestan de la misma manera dentro de nuestro cerebro.

La famosa área 32 de Brodmann

Los investigadores llevaron a un grupo de voluntarios a tratar de recordar la ubicación de un punto concreto en una pantalla. Estos podían calificarse en función de su confianza a sus propias respuestas y luego cambiar de opinión según las respuestas proporcionadas por un ordenador, así como por otra persona que conocieron antes de la prueba (en realidad, todas las respuestas que recibieron posteriormente a la suya provenían de un ordenador).

Al final, los neurólogos indicaron que los voluntarios eran más propensos a confiar en la opinión de una tercera persona cuando no tenían tanta confianza en sí mismos. Esto se explicaría por la actividad de la corteza cingulada anterior dorsal (área 32 de Brodmann), situada en la parte del parietal y casi del frontal, en la parte dorsal del giro del cíngulo o lo que es lo mismo, en la parte delantera del cerebro. Esta área es conocida por su papel en la detección de errores, pero también en el proceso del razonamiento en general.

Sin embargo, los resultados también muestran que los voluntarios tendían a dar más crédito a su «compañero» cuando este les devolvía el favor. Esta influencia se daba más cuando los participantes creían que la opinión externa era humana.

Esta influencia normativa estaría ligada a conexiones funcionales más fuertes en esta famosa área 32 de Brodmann, así como con otras regiones del cerebro vinculadas a las interacciones sociales. De esta forma, la corteza cingulada anterior dorsal, hallaron, define el peso de las opiniones de otras personas en la interacción social.

No obstante, desde un punto de vista estrictamente informativo, dicha área cerebral trataría igual la información de una máquina o la de un humano. Así que cuando entran en juego ciertas normas sociales como la reciprocidad, el peso de las opiniones de un ordenador importa muy poco.

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