¿Enamorarse es realmente una elección?

“¿Cómo elegimos a la persona que nos gusta?”, “¿se trata de destino o de un proceso psicológico?”, para esto, el campo de estudio de los procesos mentales y el comportamiento del ser humano, tiene la respuesta. El doctor Ricardo Trujillo de la Facultad de Psicología de la UNAM explica el por qué la elección de una pareja no es una decisión consciente.

Por ejemplo, te has preguntado ¿por qué te gusta el helado de vainilla sobre el de fresa? O ¿por qué te gusta más la Coca-Cola que la Pepsi? En algún momento hubo una elección construida inconscientemente, y uno no decide qué le gusta y que no, dijo el profesor.


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Trujillo señala que en ocasiones buscamos como pareja al ”primer objeto de deseo” formado desde nuestra infancia, es decir, relaciones afectivas similares a la figura materna o paterna, ya que ellos son los primeros objetos de deseo y “frente a ellos construimos cómo desear” explicó, a través de un comunicado.

De acuerdo con el especialista, a este proceso se le conoce como complejo de Edipo.

¿Qué es el complejo de Edipo?

Diversos portales señalan que se trata de una fase común del desarrollo psicosexual del ser humano, en la que el amor y el deseo de un hijo se dirige hacia el padre del sexo opuesto, mientras que se presenta hostilidad y rivalidad al progenitor del mismo sexo. Este proceso es presentado en niñas y niños.

El psicólogo añade que la búsqueda de pareja funciona de esta forma ya que al ser los padres el primer modelo de “amor” es así como se nos enseña a amar.

Trujillo explica que en ocasiones también se busca todo lo contrario a esos objetos de deseo, por la cual, la relación de pareja no es estrictamente una elección libre sino que está determinada por este concepto que también las personas generan de forma particular.

Otra de las formas de elección es a través del entorno, ya que de ahí se aprende qué es lo deseable.

El académico explica que en estos entornos observas que una persona está interesada en alguien o en algo particular, y por lo tanto, también quieres formar parte de ese grupo. En ellos aprendes con quiénes relacionarte, cómo comportarse o sentir.

Y por último, esta la forma narcisista que trata sobre la búsqueda de una pareja con características parecidas a ti, sin embargo, en ninguna de las que se plantea somos conscientes de la elección.

Sigmund Freud plantea que el sujeto no tiene un único objeto del deseo, no existe esa media naranja que lo satisfaga del todo. De hecho, no dejamos de buscar ese objeto porque se modifica frecuentemente, concluyó Trujillo.

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