El poder de las redes sociales y el cerebro

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El poder de las redes sociales y el cerebro. Según publica el portal escoeuniversitas.com El poder de las redes sociales sobre el cerebro es un tema cada vez más estudiado por la investigación neurocientífica, y los resultados advierten sobre sus posibles efectos perjudiciales. Estas plataformas pueden afectar nuestro autocontrol, impulsándonos a realizar gastos innecesarios y actuar de forma impulsiva. Además, nos hacen más susceptibles a la presión social, dañan nuestra autoestima y nos generan sentimientos de soledad y frustración cuando nos comparamos con los demás.

No obstante, también hay quienes resaltan los aspectos positivos del poder de las redes sociales sobre el cerebro. Argumentan que estas plataformas pueden abrir nuestras mentes al conocimiento, fomentar la tolerancia, brindar apoyo y ampliar nuestro entorno social y cultural.


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Independientemente de las posturas, lo cierto es que estamos inmersos en este fenómeno de las redes sociales, y todo indica que seguirá en aumento. Por lo tanto, surge la pregunta de si una acción individual de «filtrado» y autocontrol es suficiente para mantenernos mentalmente sanos en este mundo tan complejo de las redes sociales.

Nuevas complejidades para un cerebro primitivo

A pesar de la creciente complejidad y diversidad de la sociedad actual, la estructura y las funciones básicas del cerebro humano siguen siendo las mismas que las de nuestros antepasados ​​hace millones de años, cuando formábamos grupos para aumentar nuestras posibilidades de supervivencia.

El área tegmental ventral (ATV) del cerebro controla nuestras necesidades sociales y libera dopamina cuando experimentamos éxito social o déficits neuroquímicos cuando fallamos en ello. Las redes sociales también activan el ATV.

Las señales fisiológicas que utiliza el ATV para evaluar las experiencias negativas en las redes sociales son las mismas que se generaban en el cerebro de nuestros antepasados ​​cuando eran desterrados por la tribu.

Sin embargo, el ATV no tiene capacidad de pensamiento, es elemental y primitivo, solo lee señales y reacciona. Por esta razón, las personas pueden pasar horas en línea discutiendo sobre cosas que escapan a su control o que carecen de importancia real. Esto se debe al miedo natural del ser humano de ser expulsado de su tribu, lo que en el pasado suponía un riesgo de muerte inminente.

Estrés y redes sociales

El pensamiento y los procesos cognitivos superiores ocurren en las áreas corticales más evolucionadas del cerebro. Sin embargo, en ciertas situaciones, el cerebro suspende estas funciones corticales en favor de procesos subcorticales clave, como la respuesta al estrés.

Por diseño evolutivo, las estructuras más primitivas del cerebro no pueden pensar con lógica. El cerebro solo busca que sobrevivamos ante una amenaza, y detenerse a pensar y analizar en lugar de reaccionar de inmediato podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Dado que nuestro cerebro primitivo no piensa, es natural que no distinga claramente entre amenazas reales y percibidas. Las redes sociales presentan una cantidad excesiva de amenazas percibidas, y el cerebro más evolucionado y lógico no puede intervenir, ya que se desconecta durante la respuesta al estrés.

De esta manera, a medida que aumentan las amenazas en las redes sociales, también aumenta la respuesta excesiva al estrés. No es una coincidencia que estemos presenciando un aumento en problemas de salud como la obesidad, las enfermedades cardíacas, la diabetes y el cáncer.

El poder del «me gusta»

Nuestros cerebros anhelan el «me gusta» en las redes sociales hasta el punto de generar adicción. Sin saberlo, nuestro cerebro está entrenado para disfrutar de las recompensas que obtenemos al recibir más clics, reacciones de emojis y comentarios en nuestras publicaciones. Lo mismo ocurre cuando nosotros mismos damos un «me gusta».

Investigadores de la Universidad de Stanford realizaron un estudio utilizando escaneos cerebrales para medir las respuestas de los adolescentes en Instagram. A través de la neuroimagen, observaron que cuando los adolescentes daban un «me gusta», se activaban las áreas cerebrales asociadas con las recompensas, la cognición social y la atención.

Influencia sobre nuestro organismo

El poder de las redes sociales sobre el cerebro también influye en nuestra relación con nuestros propios cuerpos. Un estudio realizado en Ámsterdam reveló que, a pesar de la creencia previa de que las redes sociales afectan más negativamente a las mujeres, también tienen un impacto negativo en los adolescentes de ambos sexos. En estos casos, la influencia de los compañeros resultó ser el aspecto más perjudicial, especialmente cuando se enfoca en la apariencia física.

Investigadores de la Universidad de Yale estudiaron a veteranos militares de Estados Unidos que utilizaban las redes sociales para buscar relaciones sexuales. Descubrieron que tanto hombres como mujeres tenían más probabilidades de desarrollar trastorno de estrés postraumático, insomnio, depresión, hipersexualidad, tendencias suicidas y enfermedades de transmisión sexual. Aunque se trata de un estudio en un grupo específico, plantea la discusión sobre nuestras motivaciones para estar en línea, lo que buscamos y el poder de las redes sociales sobre el cerebro en esas experiencias.

La parte positiva del poder de las redes sociales sobre el cerebro

En los estudios sobre los efectos positivos de las redes sociales, los sociólogos destacan su capacidad para brindar apoyo a personas enfermas. En particular, algunos adultos jóvenes recurren a sus pares en busca de apoyo en áreas como la diabetes y la salud mental. Los grupos de apoyo resultan beneficiosos, según los sociólogos, pero queda la pregunta de si los usuarios también reciben información médica precisa y profesional en lugar de depender únicamente del contenido generado por sus compañeros.

En investigaciones con personas diagnosticadas con depresión, se descubrió que los adolescentes buscaban contenido positivo, como entretenimiento, humor, blogs y conexión social. Sin embargo, también recurrían a contenido negativo, como compartir comportamientos de riesgo, acosar en línea y hacer comparaciones negativas con los demás. Los investigadores aconsejaron a los jóvenes sobre cómo cambiar su enfoque de uso negativo a positivo, y animaron a todos los usuarios, independientemente de si tienen un diagnóstico de salud mental, a seguir una ruta similar.

¿Estamos a tiempo?

Se habla mucho sobre la adicción a las redes sociales y cómo muchos de nosotros ya tenemos un verdadero problema. Se ha demostrado que las redes sociales pueden activar áreas cerebrales asociadas con el placer de manera similar a las adicciones a las drogas. Sin embargo, la Asociación Americana de Psiquiatría ha establecido un grupo de trabajo para estudiar esta idea y ha anunciado oficialmente que no hay suficientes pruebas para afirmar que el abuso de Internet o el abuso de las redes sociales son trastornos mentales.

En esencia, las redes sociales nos permiten realizar actividades cerebrales normales, como conectarnos con otros, buscar información o realizar tareas relacionadas con el trabajo o el entretenimiento. El problema surge cuando estamos motivados a revisar constantemente nuestros teléfonos como una respuesta al estrés y la ansiedad, según el investigador Moez Limayem de la Universidad del Sur de la Florida.

Por lo tanto, tiene sentido seguir utilizando las redes sociales de la misma manera que lo hemos estado haciendo, pero es fundamental ser conscientes del poder que ejercen sobre nuestro cerebro. Al mismo tiempo, debemos seguir evaluando nuestros hábitos a medida que las redes sociales continúan desarrollándose y ocupando un lugar cada vez más importante en nuestras vidas.

Como señala el Dr. Billi Gordon:

«Sí, los humanos estamos en problemas y necesitamos solucionarlo, pero ¿cómo? La sociedad se construye cuando dos o más seres humanos interactúan. Por lo tanto, comencemos allí: en el tráfico, en la sala de descanso, en el trabajo, en la fila del supermercado o en las redes sociales. Dejemos nuestras políticas, religiones y juicios en casa. Fomentemos la empatía y realicemos actos de bondad al azar. El tiempo es el recurso humano más valioso, así que no lo desperdiciemos aferrándonos a resentimientos o juzgando a los demás. Y, ciertamente, no lo desperdiciemos en guerras en Twitter o peleas en Facebook».

En resumen, el poder de las redes sociales sobre el cerebro es innegable y tiene tanto aspectos perjudiciales como beneficiosos. Es importante estar conscientes de estos efectos y tomar medidas para utilizar las redes sociales de manera saludable, evitando caer en la adicción y gestionando adecuadamente el estrés que puedan generar. Al mismo tiempo, debemos fomentar una cultura de empatía, bondad y respeto en nuestras interacciones en línea, buscando un equilibrio entre el mundo virtual y el mundo real.

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