No es sorpresa, entonces, que el silencio se haya convertido en un bien en peligro de extinción. La ausencia de ruido ambiental crea nuevas células cerebrales, mejora la memoria, tiene un potente efecto antiestrés y beneficia a nuestro estado emocional.
Muchas personas padecen trastornos del sueño causados por el ruido ambiental, sobre todo el del tráfico y esto tiene numerosas consecuencias negativas sobre la salud.
Cómo impacta el silencio en el cerebro
Estar expuesto al silencio puede revertir y prevenir ciertas enfermedades, especialmente las que afectan al cerebro.
Según un estudio de los efectos fisiológicos de la música en 2006, las pausas de dos minutos entre canción y canción se mostraron mucho más relajantes fisiológicamente que cualquiera de las músicas «relajantes». La conclusión fue que el silencio tiene igual peso y efecto sobre el cerebro que el sonido:
- Dos minutos de silencio bastan para disminuir la presión arterial y el ritmo cardiaco.
- El cerebro en silencio puede repetir una conversación que acabamos de tener, o que incluso tuvimos hace mucho tiempo.
- El silencio hace que las neuronas se reproduzcan.
Son sonidos que escuchamos internamente sin que provengan de ninguna fuente exterior; el cerebro los recrea porque previamente los transformó en información interior.
Cuando el cerebro está en «modo pausa» (sin perseguir un objetivo o durmiendo), es cuando lleva a cabo esta integración entre el conocimiento consciente y el inconsciente que nos permite crear nuestra identidad individual y buscar nuestra manera de estar en el mundo. El silencio mental es necesario para la autoconciencia y la reflexión.