Así funciona la memoria procedimental

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Cada día nos levantamos y hacemos múltiples tareas. Nos duchamos, hacemos el desayuno, nos lavamos los dientes, vestimos, caminamos o conducimos al trabajo… Durante nuestra rutina ejecutamos una buena cantidad de acciones automáticas o semi-automáticas.

Nos montamos en el coche, y casi sin darnos cuenta, hemos llegado a nuestro destino. En el medio podemos haber cambiado de dirección unas cuantas veces, igual que acelerado y frenado; sin embargo, hemos hecho todo esto prácticamente sin pensar. Casi igual que cuando aprendimos…


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Esto es muy bueno, ya que este no enterarnos nos permite ahorrar una gran cantidad de energía. Piensa que nuestro cerebro es el órgano que más consume. Si lo mantenemos al ralentí, la ganancia puede ser significativa. De otro modo, podríamos llegar al trabajo agotados.

Así, lo primero que podemos decir de la memoria procedimental, de todo ese conjunto de recuerdos que nos valen para saber hacer algo, es que es muy automática.

Qué es la memoria procedimental

Siendo un poco más formales, podríamos decir que es un tipo de memoria a largo plazo que codifica y almacena información sobre procedimientos o estrategias que facilitan la interacción y adaptación al entorno. Es capaz de dirigir, de alguna manera, muchos de nuestros movimientos intencionales asociados a habilidades motoras adquiridas, como escribir, caminar, conducir o atarnos los cordones de los zapatos. La memoria procedimental nos habla de “saber cómo”.

Cada una de estas acciones se operan de manera automática e inconsciente, es decir, no hay que hacer un esfuerzo consciente para llevarlas a cabo. Cuando te anudas los cordones de los zapatos o te vistes, no necesitan la intervención de la consciencia para hacerlo. ¿Cuántas veces te has vestido mientras pensabas en otros temas? ¿Cuántas veces has conducido mientras conversabas con otra persona?

Aunque estas actividades sean automáticas, cuando las estábamos aprendiendo requerían de un esfuerzo consciente de nuestra parte. Sin embargo, una vez almacenadas en los circuitos de nuestra memoria procedimental, ya no necesitan de una intervención consciente y las podemos llevar a cabo en automático.

La memoria procedimental es no declarativa

La memoria procedimental es, entonces, no intencionada, no deliberada y prácticamente imposible de verbalizar, por eso se le conoce también como no declarativa.

Hagamos un ejercicio mental para que este punto quede más claro. Imagina que tienes un amigo que no sabe atarse los cordones de los zapatos y te llama por teléfono para que le expliques cómo hacerlo. ¿Cómo se lo explicarías? Tómate un tiempo para pensar. Ten en cuenta que tu amigo no te puede ver, solo te puede escuchar.

Si hiciste el ejercicio, te habrás dado cuenta de que es realmente difícil explicarle a alguien como atarse los cordones de los zapatos sin apelar a una demostración física de la acción. Puedes hacer este mismo ejercicio con otras habilidades, por ejemplo, inténtale explicar a una persona analfabeta cómo escribir la palabra “Constantinopla”. Es difícil hacerlo, prácticamente imposible.

Esta dificultad de verbalizar el contenido de la memoria procedimental no ocurre con las memorias declarativas (episódicas y semánticas). ¿Quieres comprobarlo?

Dile a alguien cómo se llama la galaxia en la que estamos ubicados (memoria semántica) o qué hiciste el día de tu cumpleaños (memoria episódica). ¿Lo ves? Es más sencillo. Con tu explicación, la otra persona puede comprender perfectamente lo que le dices. Es más fácil de describir verbalmente.

La formación de la memoria procedimental

Al igual que cualquier otro tipo de memoria, la memoria procedimental se forma a partir de las conexiones neuronales (sinapsis). Cuando practicamos una y otra vez una habilidad o una acción, vamos configurando un trazo neuronal en nuestro cerebro, es decir, vamos formando nuevas conexiones, nuevas redes.

Al practicar continuamente una habilidad, hacemos que las neuronas que disparan o se activan juntas se asocien. Estas asociaciones son el fundamento de la memoria procedimental- y también de los otros tipos de memoria-, ya que facilitan el almacenamiento de la información y su posterior recuperación.

Las asociaciones son las causantes de que algunos estímulos como olores, colores o sonidos evoquen otros recuerdos. La memoria es un proceso totalmente asociativo. En el caso de la memoria procedimental, podemos observar estas asociaciones cuando al ejecutar una acción recordamos cómo se hacen otras. Al activarse una red neuronal, se activan también las otras con las que está asociada.

Ya sabemos que la formación de la memoria depende de las asociaciones neuronales y de la práctica que las activa constantemente. Pero, ¿qué estructuras del cerebro interviene en la memoria procedimental?

Regiones del cerebro asociadas a la memoria procedimental

Una parte del cerebro relevante para la memoria procedimental es el cuerpo estriado dorsolateral, debido a que interviene en la adquisición y formación de nuevos hábitos. De hecho, las lesiones del cuerpo estriado dorsolateral impiden la formación y ejecución de hábitos.

El cerebelo es otra estructura importante para la formación de la memoria procedimental, ya que es el encargado de coordinar, ajustar y control el movimiento. La evidencia sugiere que el cerebelo tiene funciones complejas en el aprendizaje motor. Estas se dividen en dos categorías principales:

  • Adquisición y refinamiento de habilidades que van desde lo cognitivo hasta las etapas asociativas del aprendizaje.
  • La automatización y recuperación, que se correlaciona bien con la etapa autónoma de aprendizaje.

En una investigación se encontró que la huella de la memoria procedimental se asienta inicialmente en la corteza cerebelosa y luego se transfiere a los núcleos cerebelosos/vestibulares para su consolidación.

La memoria procedimental no solo se ha asociado con determinadas regiones del cerebro, también a ciertos neurotransmisores. Por ejemplo, parece que la dopamina puede servir para optimizar las elecciones de comportamientos frente a las demandas ambientales. Este neuromodulador no solo está implicado en el placer y las recompensas, sino también en la memoria.

A modo de conclusión, podemos decir que la memoria no es solo un proceso dedicado a la codificación, consolidación, almacenamiento y recuperación de información y conocimiento, sino también a la adquisición de habilidades y acciones concretas.

Es más, gracias a la memoria procedimental podemos hacer un buen volumen de actividades cotidianas sin invertir demasiada energía en ellas.

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