Así afectan las altas temperaturas al cerebro

Gafas de sol en la playa - calor - sol

Muchas personas adoran el verano. Hay más horas de luz, un clima que favorece la socialización y el ocio al aire libre; además, para la mayoría hay vacaciones. Por todo esto, cabría esperar que durante la temporada estival nos encontrásemos más descansados, relajados y alegres. Entonces, ¿por qué a veces nos sentimos tan apáticos, irritados y desconcentrados? La respuesta se encuentra en la forma en que las altas temperaturas afectan al cerebro.

Nuestro organismo es sabio y es capaz de adaptarse a diferentes condiciones ambientales. Sin embargo, no le gustan los cambios bruscos, y durante el verano podemos experimentar intensas subidas de las temperaturas. Pese a sus esfuerzos, cuando nos acercamos o superamos los 40 °C, el cerebro comienza a funcionar peor, y esto podemos notarlo en nuestro ánimo y en nuestro rendimiento cognitivo.


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Las altas temperaturas afectan al cerebro

Si eres de los que experimentan una mejora en su estado de ánimo durante el verano, has de saber que esto no se trata de sugestión ni tampoco está determinado porque puedas disfrutar de tus vacaciones. De hecho, la mayor cantidad de luz solar propia de esta época del año juega un papel crucial. Y es que es bien sabido que la luz aumenta la producción de serotonina, un neurotransmisor capaz de generar estados de bienestar, relajación y satisfacción.

No obstante, unas temperaturas excesivamente elevadas pueden contrarrestar estos efectos y causar irritabilidad, incomodidad y la fatiga por diferentes razones.

El hipotálamo y su función termorreguladora

Como decíamos, el organismo posee sus propios mecanismos para adaptarse a las condiciones ambientales. Si hablamos de regulación de la temperatura corporal es el hipotálamo quien lidera dicho procesoMediante convección y sudoración, logra mantener los 36-37 °C que resultan apropiados.

Sin embargo, si soportamos temperaturas ambientales de más de 35-40 °C, es necesario un esfuerzo extra que actúa en detrimento de otras funciones. Por ejemplo, la concentración y la velocidad de reacción se ven afectadas negativamente; podemos experimentar falta de claridad mental y problemas atencionales.

Riesgo de deshidratación

Otra forma en la que las altas temperaturas afectan al cerebro es mediante la deshidratación. Cabe mencionar que el 90 % del volumen del cerebro está compuesto por agua, y que esta constituye el principal vehículo de las transmisiones electroquímicas. Así, la deshidratación es un riesgo que puede provocar alteraciones de la actividad neuronal.

Un descenso de un 2 % de agua en el cuerpo es suficiente para producir efectos notables, como problemas para enfocar la vista, pérdida de memoria a corto plazo o dificultades de concentración. Además, es especialmente relevante para quienes suelen padecer migrañas o cefaleas, pues la deshidratación puede causarlas o agravarlas.

Insomnio y problemas de descanso

Por otro lado, el sueño es uno de los factores que más incide en el funcionamiento del cerebro. Dormir con la calidad que necesitamos favorece la memoria, la capacidad creativa y resolutiva y ayuda a aliviar la carga mental en periodos de estrés. Por ello, un descanso insuficiente afecta al rendimiento cognitivo y al estado de ánimo, haciéndonos sentir desconcentrados, lentos, poco lúcidos y malhumorados.

Ahora bien, ¿cómo se relacionan el insomnio y las altas temperaturas? Todos podemos dar fe de lo complicado que resulta conciliar el sueño y dormir bien toda la noche cuando hace demasiado calor; y esto es debido a la hiperexcitación cerebral que se produce.

La temperatura ideal para descansar se encuentra en torno a los 18-21 °C, y cuando esta supera los 26 grados podemos tener verdaderos problemas para lograr adaptarnos. Así, se nos dificulta conciliar el sueño y es posible que nos despertemos en múltiples ocasiones a lo largo de la noche.

Las altas temperaturas afectan al cerebro alterando las emociones

Un último modo en que las altas temperaturas afectan al cerebro es causando alteraciones emocionales. Se ha comprobado que soportar temperaturas extremas de forma sostenida intensifica las emociones negativas, como la ansiedad, el estrés y la irritabilidad, y reduce las conductas prosociales. Además, puede generar apatía y desmotivación, lo que nos lleva a desaprovechar oportunidades de realizar actividades gratificantes. El resultado es un estado de ánimo decaído y negativo.

En definitiva, el calor veraniego puede afectarnos más de lo que pensamos a nivel cognitivo y emocional; por ello, conviene tomar las medidas. Evitar estar en exteriores en las horas de más calor, hidratarnos de manera adecuada y utilizar prendas cómodas puede ayudarnos a combatir las altas temperaturas, reduciendo así el impacto sobre nuestro cerebro.

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