Las nuevas tecnologías son una verdadera revolución en numerosos sectores de nuestra vida, y la digitalización de las comunicaciones empresariales es toda una realidad. No es solo una nueva forma de abrir mercados y aprovechar oportunidades de negocio, sino que mejora la rentabilidad y competitividad.
Aún son muchas las compañías que no dan el paso definitivo hacia la digitalización de las comunicaciones empresariales por desconocimiento o miedo al cambio, algo que está provocando la pérdida de oportunidades únicas y la obtención de beneficios para el negocio. En este sentido, conviene considerar que la transformación digital no consiste en tener los mejores ordenadores del mercado o instalar el último software. Se trata de un cambio mucho más profundo, tanto en la cultura como en los procesos de la empresa, que permitan el aprovechamiento de todo lo que tenemos actualmente a nuestra disposición.
Esta digitalización pasa por integrar diferentes tecnologías novedosas en diferentes áreas de la compañía que cambian por completo la forma de trabajar. El objetivo último es optimizar el trabajo, mejorando la competitividad y ofrecer de esta manera un valor añadido a clientes y consumidores.
La transformación digital supone un cambio total en la elaboración de los productos, un nuevo diseño de las estrategias de la organización o innovar en los procesos. Pensando que lo tradicional funcionará para siempre hay empresas que pasan a quedarse obsoletas.
Para conseguir una verdadera transformación digital es importante someter a examen los diferentes departamentos, la cadena de suministro o el mismo flujo de trabajo. Pero también la forma de gobernar la compañía por parte de la dirección, las habilidades y competencias digitales de los empleados o las interacciones con otros stakeholders.
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