Políticas europeas de industria e innovación

GIGA

Políticas europeas de industria e innovación, En la UE se peca de plantear grandes objetivos que copan titulares, pero luego no se ejecuta con fondos y contundencia la planificación necesaria.

Estos últimos días se acumulan las voces que, desde foros relevantes, reclaman que Europa responda con decisión al nuevo contexto de competencia global, y pase de la reflexión a la acción con un conjunto coherente de políticas que nos devuelvan al centro del tablero en el que se está jugando el futuro de la industria global.


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Dos ejemplos concretos de estos últimos días: el influyente think tank Bruegel publicaba un extenso y detallado artículo, Cómo Europa debería responder a la Ley de Reducción de Inflación de Estados Unidos, y, en la misma semana, el presidente del Banco Europeo de Inversiones, Werner Hoyer, desde su columna en Project Syndicate explicaba Lo que la economía de Europa necesita ahora.

¿Cuánto incentivo? Todo lo que ha hecho falta para que la industria americana sea competitiva con la china. El presupuesto de esta ley se ha estimado en 500.000 millones de dólares, que sumados a los que ya había comprometido en la Ley Bipartidista de Infraestructuras y en la Chips & Science Act van sumando ya un total de dos billones de dólares (millones de millones) en los tres próximos años.

No les ha preocupado mucho que esta nueva legislación no respete los tratados internacionales de libre competencia hasta ahora vigentes. Los que hasta ahora eran firmes defensores de “da igual dónde se fabrique, si el producto es más barato para nuestros consumidores, y da más margen a nuestros inversores”, se han dado cuenta de su grave error, y ahora su lema es “da igual que salga un poco más caro o sea menos rentable, si al final la industria y los puestos de trabajo se han quedado en casa”. La globalización está mutando, y es importante estar atentos y reaccionar al nuevo escenario.

Nuestros competidores globales (China y Estados Unidos) no tienen el problema de debatir la reforma de su Estado del bienestar (inexistente), así que su foco es mucho más nítido, su presupuesto se prioriza más rápido y con más eficacia. Los inversores globales también se han dado cuenta y están atentos, así que el dinero privado tampoco faltará a la cita…

Un ejemplo concreto ha salido también a los medios estos días. Volkswagen decidía paralizar una planta de baterías en el este de Europa, y dar prioridad a una instalación similar que tenía proyectada en Estados Unidos, y para la que calculaba recibir un incentivo de 10.000 millones de euros.

Aunque en los días siguientes hubo alguna reacción de la Unión Europea, la verdad es que seguimos bastante despistados en estos temas. Mantenemos un debate interminable en torno al mantenimiento del Estado de bienestar (la reforma de las pensiones, por ejemplo) que pone el foco en el gasto, pero no en la generación de riqueza.

Francia, de momento, está impulsando con más claridad que la UE apruebe una ley de compra de productos europeos y otorgue incentivos a gran escala. Alemania duda, y otros países tradicionalmente favorables al libre comercio, como los Países Bajos y Suecia, dudan más todavía… España tendrá que andar muy atenta para no quedar descolgada de estas conversaciones (algunos Estados del norte ya han sugerido rescatar parte de los fondos Next Generation, y dedicarlos a este nuevo objetivo…)

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