La educación inclusiva y de calidad es la manera de superar las desigualdades económicas, sociales y culturales, y promover el desarrollo económico del país.
Está demostrado que existe una relación intrínseca entre el nivel académico y la capacitación profesional con el desarrollo económico de un país.
En este sentido, datos oficiales advierten que, si bien Argentina brinda educación pública y gratuita en todos los niveles, menos del 5% de la población acude a una universidad. Esto nos coloca por debajo de la mayoría de los países de la región en cuanto a cantidad de jóvenes graduados.
El Covid-19 ha puesto al aprendizaje en una situación inédita, revalorizando los tiempos, procesos y modos de aprender. Mientras la brecha digital quedó al descubierto para los sectores más vulnerables de la sociedad, incapaces de acceder a sus clases, también impuso nuevas demandas de herramientas, modelos alternativos y capacitación a distancia para la postpandemia.
La transformación digital no es sólo una idea presente en gran parte de las empresas, se convirtió en una realidad necesaria para todas las instituciones a través del trabajo remoto, el aprovechamiento de la robotización en la producción y el uso de redes informáticas para vincularse entre las personas. Asimismo, esto demuestra que el nivel educativo de la población está asociado al de ocupación, al de salarios y al desempleo.
En una sociedad, donde poco menos del 25% de la población ocupada tiene nivel superior y universitario completo, la educación inclusiva y de calidad es la única manera de superar las desigualdades económicas, sociales y culturales, y promover el desarrollo económico del país.
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