Productos veganos y naturales: la gran guía de la belleza ‘green’

Sin querer ser alarmistas, el planeta está tocado, pero ni mucho menos hundido. La buena noticia es que todos podemos hacer algo en nuestro día a día que mejore su situación o que no contribuya a empeorarlo. Seguro que has oído hablar de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y de la ambiciosa Agenda 2030, pues tú también puedes hacer algo, porque hasta el gesto más pequeño tiene premio en el medio ambiente. Por eso cada vez son más las empresas y las personas que toman conciencia de la necesidad de ser cuidadosas con el entorno. De hecho, en el mundo de la cosmética esta filosofía ‘green’ no es nueva, hay firmas que llevan décadas apostando por esta forma de entender su negocio, cultivando de forma sostenible, reduciendo su huella de carbono, eliminando los plásticos, utilizando procesos de fabricación no contaminantes, etc. Lo bueno es que, de acuerdo con el informe ‘Consumer Products and Retail: How sustainability is fundamentally changing consumer preferences’, del Instituto de Investigación de Capgemini, “el 79% de los consumidores está cambiando sus preferencias de compra basándose en criterios de responsabilidad social, inclusividad o impacto medioambiental”.

¿Cómo saber si un cosmético es ‘green’?

Ahora que estás dispuesta a poner tu granito de arena, lo siguiente es saber cómo hacerlo. En el mercado encontrarás productos de cosmética etiquetados como bio, eco, natural, orgánico… Seguramente estés perdida entre tanta terminología, y es normal, porque esto es un poco confuso. Desde la marca de cosmética Weleda establecen esta clasificación, que suele ser la admitida mayoritariamente:


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Cosmética natural

El producto está formulado a base de ingredientes naturales. Pero no te engañes, esto no significa que sea sinónimo de ingredientes sólo vegetales. Se incluyen en este grupo, además de los obtenidos de plantas, también los procedentes de animales, microorganismos o minerales.

Cosmética biológica, ecológica u orgánica

Este término hace referencia a la calidad y el proceso de obtención de las materias primas. Los ingredientes no se pueden conseguir de la naturaleza de cualquier manera, deben proceder de agricultura o ganadería ecológica. Es decir, en estos productos no sólo los ingredientes son naturales, sino que, además, se han obtenido de manera óptima, sostenible y equilibrada.

Cosmética vegana

El producto no contiene ingredientes procedentes de animales ni tampoco generados por ellos.

Cosmética vegetariana

El producto no tiene ingredientes animales, pero puede estar formulado con sustancias procedentes de estos, como son la leche, la miel, la cera, la baba de caracol, etc.

¿Qué es una marca certificada?

Actualmente, no existe una legislación mundial que regule la cosmética natural, aunque sí hay una normativa europea, la ISO 16128, que establece una serie de criterios para la clasificación de ingredientes como naturales. En todo caso, una buena pista son los diferentes sellos de empresas privadas que acreditan la cosmética natural, aunque cada una lo hace aplicando sus propios criterios. Esto, que es una garantía más, en opinión de Paola Gugliotta, master en Dermocosmética y postgrado en Genética e Inmunología por la Universidad de Harvard, y fundadora de Sepai, no es la solución: “Su fiabilidad es discutible, porque en algunos de estos sellos se permite utilizar hasta un cierto porcentaje de productos derivados de la industria petroquímica. Para mí, sin embargo, cosmética natural es aquella en la que prácticamente todos sus ingredientes lo son”.

La experta también señala la necesidad de distinguir entre el origen natural y la naturalidad de la materia prima después de ser procesada: “Hay sustancias que son de origen natural y 100% naturales después de su transformación, porque los procesos se han hecho a través de manipulaciones físicas, mecánicas o de extracción (por presión o con glicerina). Hay otras sustancias, en cambio, que cuando se transforman pierden parte de su naturalidad porque necesitan pasar por procedimientos químicos”.

Caso aparte, según Gugliotta, es lo que ocurre con las certificaciones de productos bio, eco u orgánico, para los que hay multitud de sellos en diferentes países, que miden su trazabilidad y son una garantía. Los más conocidos y prestigiosos son Cosmebio, Cosmos, Ecocert, Soil Association, Bio Vida Sana, Natrue y Vegan Society. “Estas certificaciones van un paso más allá, pues evalúan que en toda la cadena de producción del producto cosmético se cumplan ciertos requerimientos que aseguran que los productos y sus materias primas no han estado en contacto con pesticidas, sustancias genéticamente modificadas que alteren el valor de los ingredientes, etc. Y también tienen en cuenta algunas cualidades del ‘packaging’ para ser considerados cosméticos biológicos”.

¿Los cosméticos naturales son sin conservantes?

La palabra ‘natural’ puede llevar a muchos equívocos. ¿Uno de los más importantes? ‘Natural’ no tiene por qué significar libre de conservantes. De hecho, no sería posible un cosmético sin estos componentes. ¿Quieres saber por qué? “Una vez abierto el producto, la suciedad y las bacterias que se encuentran en el aire o en la piel pueden introducirse en el interior del envase, donde podrían instalarse y crecer. De ahí la importancia de los conservantes, ya que son los que evitan el crecimiento de microorganismos dentro del producto”, señalan desde Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética).

Ten en cuenta que los cosméticos son productos de consumo que no se guardan en frío una vez que los empiezas, así que tienen que tener un sistema de seguridad frente a la proliferación microbiana, que puede degradar casi todos los ingredientes (tensioactivos, grasas, proteínas, etc.) y ocasionarte problemas dermatológicos.

Pedro Catalá, cosmetólogo, doctor en Farmacia y fundador de Twelve Beauty, nos aclara tres cuestiones importantes:

  • Un producto con la etiqueta ‘sin conservantes’ podría llevar ingredientes, como el ácido sórbico o el ácido benzoico, que, si bien son menos conocidos, también son conservantes.
  • Hay que estar alerta con la cosmética que habla de conservantes naturales. Por ejemplo, el propóleo y algunos aceites esenciales tienen propiedades antimicrobianas, pero a la hora de formular se necesitarían dosis muy elevadas para que funcionaran, lo que no es viable.
  • La palabra “parfum” que podemos encontrar en el listado de ingredientes en ocasiones se refiere a una mezcla de aceites esenciales que tienen acción antiséptica, y sus proveedores los venden como una alternativa a los conservantes tradicionales. Cuidado, porque no tienen un amplio espectro de acción y a la piel sensible le conviene evitarlos.

‘Pet friendly’

En la comunicación de muchos cosméticos habrás visto que dicen que son “cruelty free” y algunos estampan los logos de Leaping Bunny (el conejito que salta) o CCF (Choose Cluelty Free) para indicar que no ha habido maltrato animal. Que no te lleven a engaño: el hecho de que otros no tengan estos logos no quiere decir que hayan sido testados en animales. De hecho, en Europa está prohibido testar los cosméticos en animales desde 2013. Para garantizar su eficacia y seguridad se utilizan otros métodos, como pruebas ‘in vitro’ o pruebas en voluntarios (‘in vivo’). “El no realizar experimentos en animales es un mero cumplimiento legal, puesto que el Reglamento de Productos Cosméticos prohíbe expresamente cualquier tipo de experimentación en animales, por lo que reivindicaciones tipo “no ensayado en animales”, “cruelty free”, o reivindicaciones con significado similar son contrarias a la regulación y no pueden utilizarse”, señalan desde Stanpa.

Otra cosa diferente es si se va a comercializar en China, donde todavía la normativa exige que los productos cosméticos –con algunas excepciones– hayan sido testados en animales como paso previo para poder venderse en ese país. Independientemente de esto, el hecho de que el producto se fabrique en China no significa que haya sido probado en animales; se puede sólo fabricar allí y vender fuera de sus fronteras.

Hacia una belleza sostenible

Según el estudio de la consultora Capgemini, la pandemia ha incrementado el nivel de concienciación y compromiso de los consumidores con respecto a la sostenibilidad en sus compras: “El 67% declara que es más consciente de la escasez de recursos naturales debido a la crisis del Covid-19 y cambiará su comportamiento. De hecho, el 53% de los consumidores del conjunto general de la población y el 57% del grupo de edad entre 18 y 24 años ya se han pasado a marcas sostenibles”. La industria cosmética lo sabe y cada vez está más comprometida, fabricando productos que se puedan reutilizar y se reciclen, pero también que limitando su huella de carbono. Tanto es así que recientemente se ha creado el consorcio EcoBeautyScore, que lo integran ya 36 empresas y asociaciones de todo el mundo, con el objetivo de evaluar el impacto ambiental de esta industria y desarrollar un sistema de puntuación para productos cosméticos.

Porque no siempre, o no sólo, lo natural es lo más sostenible. Así lo señala Pedro Catalá: “La sostenibilidad va mas allá de utilizar un ‘packaging’ reciclado o de implementar energías renovables para la fabricación. No se trata de acciones individuales sino de la suma de una lista de objetivos donde se miden la generación de residuos y el uso de recursos, entre otros muchos factores. Además, hay que aclarar que existen ingredientes de origen natural que no son sostenibles, porque el crecimiento de la planta es lento, requiere de mucha agua o produce poca cantidad de ingrediente. También hay productos, como algunos champús, que vienen clasificados como sostenibles, pero solo por la cantidad de agua necesaria para enjuagarlos resulta cuestionable”.

¿Conclusión? Sabiendo que tenemos la opción de elegir entre una oferta enorme de productos naturales, ecológicos y sostenibles, debemos ser consumidores críticos, porque también hay fraude en el mundo de la cosmética ‘green’. “Desde el momento en el que no hay nadie que mida, regule o verifique la cosmética natural, todo el mundo puede decir que es verde. Hay quien con un 80% de ingredientes de origen natural ya pone en la etiqueta que es un producto natural, cuando esto es muy sencillo conseguir. Sólo con el agua que incorpora el cosmético, ya tiene un 80% de materia natural, con lo cual, el ‘greenwahing’ está a la orden del día”, alerta Paola Gugliotta.

10 gestos ‘beauty’ para rebajar tu huella de carbono

  1. Elige cosméticos ‘waterless’. El agua es un recurso limitado, recuérdalo cuando vayas a la perfumería o al ‘e-commerce‘. Las fórmulas sin este líquido tienen muchas ventajas: tienen una mayor concentración de activos, gastas menor cantidad, ocupan menos sitio…
  2. Prescinde de los discos desechables. Ahora hay toallitas ‘clean’, muselinas y discos de algodón reutilizables, esponjas faciales eco… Podrás usarlos muchísimas veces, porque se lavan y tienen larga vida.
  3. Opta por productos sin embalaje o con lo mínimo. El celofán y la caja van a la basura en el instante mismo en el que abres el cosmético.
  4. Elige perfumes, labiales, sombras y cremas ‘refill’. Al poder rellenar los envases no sólo cuidas el planeta, también ahorras dinero.
  5. Evita los plásticos y microplásticos, que permanecen durante décadas contaminando nuestro planeta.
  6. Cámbiate a cepillos de pelo de madera certificada, cepillos de dientes de bambú y fibras naturales, etc. Y, por cierto, cuando te vayas a lavar los dientes, cierra el grifo.
  7. Gasta lo justo. No hace falta usar mucho producto. Basta con lo que cabría en una cucharilla para lavarte el pelo si emulsionas bien el producto y lo mismo más para lavarte el cuerpo con gel de ducha.
  8. Prueba la copa menstrual. Vale, no es para todo el mundo, pero ¿lo has intentado? La alternativa a compresas y tampones reduce estos residuos de manera notable. Piénsalo…
  9. Di sí a las fórmulas biodegradables. Cuando vayas a comprar un fotoprotector, elige aquellos que respetan los ecosistemas marinos y los corales y tengan filtros hidrosolubles.
  10. Recicla y separa bien los residuos. Ya conoces los contenedores de distintos colores, ¿no? Pues, úsalos correctamente. Y recuerda, que las mascarillas, los tampones, las tiritas, etc. no se tiran al váter.

Con todo esto que ya sabes, si ya estás convencida aportar tu granito de arena a la conservación del medio ambiente y crear un impacto positivo en el planeta, te animamos a abrazar la belleza comprometida. Aquí tienes nuestra propuesta de cosméticos ‘green’. Investiga por tu cuenta y ve completándola con tus favoritos.

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