La carne cultivada en laboratorio, ¿el verdadero futuro?

Minerva - Carne

Según pública foodretail:

En 2020, en un contexto marcado por el confinamiento, las ventas de Impossible Foods o Beyond Meat aumentaron casi el 50%. Estas firmas tienen en común la comercialización de carne creada a través de material vegetal. Este hecho solo era un signo de lo que algunos expertos calificaban de «la mayor disrupción de la historia de la industria alimentaria». Tal fue la revolución, que Bill Gates respaldó a ambas compañías con 183 millones de dólares.


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Dos años después, en 2022, las acciones de Beyond cayeron casi el 80%, e Impossible despidió en octubre al 6% de la plantilla. Tal y como define Miguel Ángel García Vega, en un artículo en El País, «la intentona golpista fue un fracaso». Ahora, las ventas anuales (en Estados Unidos y Europa, según Citi) rozan los 5.000 millones de dólares y estos trampantojos cárnicos controlan solo el 1% del mercado estadounidense y bastante menos del europeo.

Otro problema añadido a este descenso de la carne vegetal es el comportamiento del consumidor ante estos productos. De acuerdo a García Vega, muchos de ellos han situado estos alimentos en la categoría de ultraprocesados. Solo el 38% de los americanos, estima Citi, piensa que la carne de proteínas vegetales resulta saludable. Algunas compañías ya han dado marcha atrás en su estrategia vegetal. McDonald’s y Tyson Foods retiraron el pasado verano sus réplicas vegetales en Estados Unidos.

La posible solución

Si el sector va de la mano de la tecnología podría tener opciones de desarrollo a través de diferentes procedimientos. En 2030 la carne cultivada puede vender 25.000 millones de dólares, y BCG prevé que, en caso de que la cuota del mercado mundial de estas proteínas alternativas fuera del 11%, la facturación durante 2035 viajaría a 290.000 millones de dólares (unos 268.000 millones de euros). Además, acorde con BCG, se podrían ahorrar emisiones de CO₂ a la atmósfera valoradas en 484.000 millones de dólares.

Tomar muestras de vacuno, pollo, pescado y cultivarlas en grandes tanques llenos de nutrientes, «es más respetuoso con el medio ambiente y debería tener el mismo sabor. El problema es que su producción a gran escala aún resulta caro», dice García Vega, que arroja además, que existen unas 150 empresas emergentes en todo el mundo en este campo, y que en 2021 atrajo una inversión de 250 millones de dólares.

Mosa Meat, compañía con sede en Países Bajos, cree en estas hamburguesas. «La carne cultivada puede ayudar a abordar la soberanía alimentaria nacional, crear cadenas de suministro más resistentes y combatir el cambio climático”, indica un portavoz de la firma. Citi cree que en unas décadas la carne cultivada podría dominar el sector y con ello sus ventas actuales: 1,2 billones de dólares.

Y esta técnica no es solo para la carne. En en el barrio de Dogpatch, en San Francisco, Wildtype cultiva desde 2017 salmón plateado para sushi en tanques parecidos a los de una fábrica de cerveza. Todo a partir de una muestra del pez vivo. “Están libres de contaminantes como el mercurio, el arsénico o los parásitos, que son muy comunes en estado salvaje”, afirma Justin Kolbeck, consejero delegado de la ‘start-up’.

Singapur es el primer territorio que aprueba la venta comercial de carne cultivada, país en el que hay más de 36 empresas emergentes dedicadas a las proteínas vegetales y donde han conseguido unos 213 millones de dólares de financiación. Y es que en esta industria, Asia resulta esencial: «Los consumidores asiáticos están dispuestos a consumir proteínas alternativas, pero solo si los productos igualan o superan el sabor, la nutrición y la asequibilidad de los convencionales”, resume Mirte Gosker, directora general de la consultora Good Food Institute APAC, experta en nuevas proteínas.

Otra opción en este camino está en la fermentación de precisión, que recurre a microbios para crear proteínas o enzimas. En caso de tener éxito, «supone irrumpir en un mercado, el de los huevos, de 180.000 millones de dólares (167.000 millones de euros) en 2020 y que consume 1,2 billones de unidades al año. Conseguirlo es el Santo Grial de la industria», explica Miguel Ángel García Vega, que añade: «Just Egg, Zero Egg, AcreMade, MyEy o WunderEggs, entre otras, persiguen este cáliz».

Sin dejar de lado el cultivo de micelios, esa especie de filamentos que alimentan a los hongos y tienen una textura similar a la carne. Nature’s Fynd confirma que acaban de recibir una subvención de la Fundación Bill y Melinda Gates para crear soluciones destinadas a países de rentas bajas o medias.

El futuro

En Israel, la empresa emergente Redefine Meat usa impresoras 3D para recrear el tejido muscular de un animal. En dos décadas, creen que quedará solo una gran firma que venderá más de 20.000 millones de dólares. “Aunque algunos están intrigados por la tecnología, a casi nadie le interesa el cómo. Quieren saber si la carne nueva que les servimos es tan deliciosa y nutritiva comparada con la original. Vendemos comida, no tecnología”, sintetiza Edwin Baker, director general para Europa y Oriente Próximo de la compañía israelí.

Un trabajo publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina sostiene que la Generación Z (88%), milenialls (85%), generación X (77%) y boomers (72%), están dispuestas a probar la carne cultivada. Aunque hay que tener en cuenta que “los análogos deben consumirse con moderación porque no sustituyen a los micronutrientes que solemos obtener de la carne y están tan ultraprocesados como los equivalentes cárnicos”, de acuerdo a Maria Shahid, investigadora en The George Institute for Global ­Health.

Por ahora, el potencial mercado en España de estos sustitutos de carne y pescado es bastante pequeño, entre 150 millones y 200 millones de euros, concluye Miguel Ángel García Vega.

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