Estudios: Infografía del consumo uruguayo en supermercados

Un estudio encargado por el sindicato del comercio indaga en los niveles de concentración del sector, la extranjerización y ciertas particularidades de los tres grandes actores: Grupo Disco, Ta-Ta y Tienda Inglesa.

Discutiendo sobre “economía doméstica” entre amigos, en una de esas tantas charlas que ya forman parte de nuestra cotidianeidad, un amigo no deja de repetir que los precios “se fueron por las nubes”. Se ríe al escuchar los números de la inflación, esboza culpables y hasta desliza posibles soluciones -el congelamiento de precios sale a escena-, prometiendo cambiar sus hábitos y abandonar los supermercados en favor de las ferias y los comercios barriales.


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Como han demostrado los estudios de economía conductual, nuestras ideas y decisiones diarias, como agentes económicos, no suelen ser racionales ni estar basadas en evidencia. Por el contrario, se forman en función de nuestras experiencias y tienden a ser más de naturaleza emocional. Todo esto me hace pensar que mi amigo no cambiará su rutina de compra y que quizás tampoco esté muy interesado en conocer ciertas lógicas empresariales que operan sobre la formación de los precios en Uruguay.

Quienes sí se interesaron en esto fueron los integrantes de un equipo multidisciplinario del grupo Trabajo & Capital, conformado por el economista Rodrigo Alonso, el sociólogo Nicolás Marrero y el magíster en Historia Económica Juan Geymonat, bajo la coordinación de Santiago Santarcieri. Los autores realizaron, a solicitud de la Federación Uruguaya de Empleados del Comercio y Servicios (Fuecys), un estudio sobre el sector del supermercadismo y sus implicancias en la economía local.

Entre las conclusiones, los investigadores registraron un proceso de “extranjerización” en las últimas décadas, impulsado por capitales de la región, Estados Unidos y Europa, que “tienden a ser más concentrados” en tanto buscan “tasas de rentabilidad mayores”. Pese a ello, el nivel de concentración que el comercio en general tiene en Uruguay aún se mantiene lejos de otros países, donde los supermercados acaparan gran mayoría de las ventas.

Esto provocó “movimientos de expansión horizontal [comprar a otros competidores], así como la búsqueda de expansión a sectores como la vestimenta y los electrodomésticos”. A su vez, la competencia entre los grandes jugadores del mercado “no se da en una cancha abierta, sino entre territorios y feudos ya definidos”: cada cadena “tiene una suerte de especialización y perfil propio que les garantiza determinado nivel de territorio conquistado y cerrado”.

Almacenes, ferias o supermercados: ¿dónde compramos?

Según los últimos registros oficiales hay unas 45.000 empresas bajo el rubro “comercio al por menor” (que exceptúa autos y motos), en su gran mayoría negocios con menos de cuatro empleados. Del 10% restante, hay unos 3.500 con hasta 20 empleados, 760 con hasta 100 contratados y 72 comercios con más de un centenar de trabajadores.

Desagregando más la información, y según la empresa internacional de investigación de mercado Euromonitor, hay unas 30.000 tiendas en Uruguay que se concentran en la venta de alimentos y productos de higiene y limpieza (quedan por fuera ferreterías, tiendas de ropa y otros rubros).

El informe menciona que según datos provenientes de diversas fuentes, incluida la Asociación de Supermercados del Uruguay (ASU), el mercado “se divide en tres tercios” en materia de distribución de ventas: “Un tercio es abastecido por los almacenes de barrio y las ferias, el otro tercio lo abastecen los almacenes establecidos y los autoservicios y el último tercio los supermercados con tres cajas o más”.

Esto es consistente con un informe de la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia (CPDC), órgano desconcentrado del Ministerio de Economía y Finanzas, que registró que en 2017 el sector que comprende almacenes y supermercados alcanzó un volumen de ventas superior a US$ 8.000 millones, y que a las grandes cadenas de supermercados -Tienda Inglesa, Ta-Ta, Macromercado, Grupo Disco (que suma a Devoto y Geant) y El Dorado- les corresponde 35,5% de ese monto.

Datos de 2019, también provenientes de la CPDC, mostraron que el Grupo Disco tiene la delantera a la interna del segmento supermercados, con 42% de las ventas, seguido por Ta-Ta con 29%, Tienda Inglesa con 19%, El Dorado con 6%, Macromercado con 2% y un 1% asociado a otras cadenas menores. En efecto, las tres principales cadenas acaparan 90% del sector y, según el trabajo encargado por Fuecys, cada una tiene características particulares.

El Grupo Disco, dominado por el grupo colombiano Almacenes Éxito, que a su vez pertenece al gigante francés de retail Casino, “opera fundamentalmente en Montevideo, Canelones y Maldonado, con un promedio de entre 12 y 13 cajas por establecimiento”, al tiempo que Geant tiene “dos locales [Nuevo Centro y Parque Roosevelt] con un alto número de cajas”.

Tienda Inglesa, que pertenece desde 2016 al fondo de inversión estadounidense Goldman Sachs, que lo compró por unos US$ 120 millones a la familia Henderson -fundadores de la firma hace 150 años- presenta “una lógica similar” a la de su competidor, porque “opera en Montevideo, Canelones y Maldonado con 13 cajas en promedio por cada local”.

Distinta es la realidad de Ta-Ta, cadena con 84 locales y presencia en los 19 departamentos, que aumentó su participación de mercado cuando adquirió en 2013 a Multi Ahorro, y que hoy opera con un promedio de seis cajas por local. Su propietario es el empresario argentino Francisco De Narváez, que también posee la cadena de farmacias San Roque, las firmas Multi Ahorro Hogar y Motociclo (electrodomésticos), BAS (indumentaria) y WoOW! (comercio electrónico).

“Las grandes cadenas buscan especializarse en distintos nichos de mercado: productos de calidad, marcas propias con buenos precios, Montevideo o interior, público de bajos ingresos o públicos de ingresos altos. Mediante este tipo de mecanismos, logran establecer una suerte de áreas fortificadas donde los demás agentes no penetran fácilmente”, analizó el estudio del grupo Capital & Trabajo.

Por ejemplo, “Tienda Inglesa y el Grupo Disco operan en las zonas costeras, de mayor concentración y poder adquisitivo, [mientras que] Ta-Ta, Macromercado, El Dorado y el ‘comercio independiente’ despliegan una estrategia de mayor dispersión territorial en zonas de menores ingresos”.

La expansión y el ciclo económico

Según datos del Banco Central, el índice de volumen físico del sector comercio creció “de forma sostenida entre 2005 y 2013, con un leve estancamiento en 2008, para dar paso a un proceso de retracción durante 2014, 2015 y 2016, recuperándose apenas en 2017 para volver a estancarse en 2018”. Pasando raya, tuvo “una fase de expansión pronunciada” y “hace casi seis años asistimos a una fase de estancamiento y leve retroceso”. Sin embargo, “los niveles de actividad de 2019 estaban un 70% por encima de 2005 en términos reales”.

Esta evolución va bastante en línea con el PIB global, que entre 2005 y 2019 tuvo un incremento de 65%. También se observa una relación con variables como la tasa de empleo, el salario real y el gasto en consumo final de los hogares, que “también se comportan con una fase de expansión entre 2005 y 2013 y de estancamiento de allí hacia adelante”. Además de esto, en los años de crecimiento “el abaratamiento del dólar, o apreciación real del peso, favoreció la expansión del comercio interno vía el abaratamiento de las mercancías importadas”.

En línea con la expansión entre 2005 y 2013, la cantidad de empresas en el sector del comercio minorista se multiplicó, pasando de unas 27.000 a 45.000 firmas, cuyo mayor incremento corresponde a los establecimientos con entre uno y cuatro empleados.

“La fase de expansión por un lado produjo una serie de nuevos pequeños capitales, a su vez que fue promoviendo el crecimiento del tamaño de las empresas ya existentes. Sin embargo, la composición empresarial del sector continúa acentuada en formas de pequeño y mediano capital, aun cuando la cantidad de empresas de mayor porte crece un poco por encima de la media en el período analizado”, apuntó el trabajo.

Concentración y grupos económicos en América Latina

Un capítulo del estudio del grupo Capital & Trabajo se centra en las tendencias internacionales del supermercadismo y los niveles de concentración que se observan en la región. Como características en América Latina, se menciona que “en las últimas tres décadas debe destacarse el proceso de trasnacionalización, concentración y centralización del capital, donde las multinacionales europeas y estadounidenses fueron por lejos la fuerza dominante de la inversión extranjera directa en el sector”.

En menor medida también asistimos al “despliegue de algunos capitales de origen latinoamericano -especialmente en el caso de Chile, Brasil, México y Colombia- en asociación con el capital extranjero, conformando las llamadas multilatinas”.

Según los autores, “la dinámica regional” muestra un patrón donde “el pez más grande se come al más chico”, mediante adquisiciones, fusiones y desplazamiento de los almacenes de menor porte por la vía de la competencia”. Esto “implicó un retroceso del pequeño capital en detrimento de los grupos económicos extranjeros”. Así las cosas, en la década del 80 el supermercadismo controlaba no más de 20% del total de ventas en América Latina, y a principios de siglo ya oscilaba entre 50% y 60%. En las dos últimas décadas, “se fueron consolidando esas tendencias”.

Para entender este fenómeno, enfatiza la investigación, se debe “introducir la noción de grupo económico, referida a empresas legalmente independientes, que operan en distintos mercados -tanto relacionados como no relacionados- y que se encuentran unidas por vínculos formales e informales persistentes”. Se trata de una forma de estructura empresarial distinta a la empresa única que se divide en múltiples divisiones para abarcar variadas funciones.

Otro aspecto que se destaca del supermercadismo en la región son las “características precarias del trabajo en el sector”. Esto es, “bajos salarios, polivalencia, informalidad y flexibilidad contractual”.

Walmart es el principal conglomerado de comercio del mundo, con ventas anuales superiores a US$ 410.000 millones en promedio en la última década, y dos millones de empleados solo en Estados Unidos -es el principal empleador del país-. En el ranking internacional aparece en segundo lugar el grupo británico Tesco, luego el francés Carrefour, el japonés Aeon y en el quinto puesto el grupo Casino, con presencia en Uruguay y otros 26 países.

Walmart también lidera el listado para América Latina y está presente en nueve países de la región, con más de 3.850 tiendas de diversos formatos y una facturación anual superior a los US$ 40.000 millones en 2019. Casino, mediante el grupo brasileño Pão de Açúcar y el colombiano Éxito, está en cuatro países, con una facturación superior a US$ 17.000 millones. De todos estos números se desprende que los grupos multinacionales tienen un alto poder de concentración en el mercado: “En México, Centroamérica, Perú y Chile la concentración de las principales cadenas supera el 60% sobre el total [de ventas del sector comercio]”.

Otras tendencias observadas en el continente durante los últimos años tienen que ver con que, “junto a los supermercados e hipermercados, aparecen las tiendas de proximidad, tiendas de descuento y cash and carry [compras directas en grandes superficies en formato mayorista]”, lo que se complementa “con el auge del ecommerce, delivery por aplicaciones y grandes centros logísticos de distribución y venta online”.

El mapa de los tres grupos en Uruguay

Aterrizando en Uruguay, el trabajo aporta algunas características de los tres principales grupos económicos que operan en el supermercadismo. En el caso de Ta-Ta y el grupo De Narváez, se señala que “la reducción del negocio a nivel continental [cerró o vendió comercios en Argentina, Colombia y Perú] contrasta con la expansión agresiva que ha seguido en Uruguay durante la última década”. Más allá de que recompró parte del negocio de tiendas vendido en Argentina a Carrefour, el grupo económico se concentra en Uruguay y Ecuador, donde tiene “condición de liderazgo”.

Aparte de los supermercados, De Narváez abrió, en cinco años, 22 locales de indumentaria de la marca BAS en 14 departamentos, y adquirió otras líneas de negocios. Incluso en 2019 estuvo en tratativas para comprar Grupo Disco, lo mismo que ocurrió al año siguiente por parte de Goldman Sachs, principal accionista de Tienda Inglesa. La posibilidad de estas operaciones -en especial la segunda, porque la primera no se hizo pública en el momento- provocó advertencias sobre los niveles de concentración y el potencial poder de precios que tendrían las cadenas.

Sobre el grupo que controla las cadenas Disco, Devoto y Geant, se destaca que tiene una “ingeniería empresarial bastante compleja”, por “el entrecruzamiento de varias empresas y sociedades anónimas”, a lo que además se suma que la parte de capitales nacionales que lidera la familia Cardoso -fundadores, que vendieron a Casino a través de distintas operaciones desde 1996, pero hoy mantienen parte del paquete accionario y la dirección de las empresas- tiene negocios en otros sectores de actividad y “vínculos con otras grandes familias propietarias de la economía nacional vía matrimonios”.

Los Cardoso, junto a los demás accionistas locales del grupo, todos relacionadas a las cinco familias que fundaron Disco en los 70, comparten participación en Canal 12, empresas de cable y el semanario Búsqueda, por lo que la investigación concluyó que “sus inversiones obedecen a una estrategia de grupo, más que a una aventura individual”.

Sobre el grupo estadounidense que tiene la mayoría accionaria de Tienda Inglesa, de fama global como banca de inversión y por sus negocios financieros, se hizo notar que por su perfil “no es un jugador vinculado directamente al mundo del comercio en grandes superficies”. Hay dos socios minoritarios para el negocio en Uruguay, el grupo estadounidense de inversiones Klaff Realty LP y un conjunto de empresarios locales.

Es decir que quienes manejan Tienda Inglesa muestran “un fuerte perfil financiero”, por lo que es “posible pensar que parte de la inversión realizada consiste en sanear económica y financieramente un negocio y una marca de alto prestigio en el país para luego venderla a un precio mayor al que fue adquirida”. De hecho, según el trabajo, las prioridades desde que se concretó el negocio hace cinco años están puestas en realizar una reestructura organizacional en busca de devolver rentabilidad y ampliar la escala.

Esto último quedó de manifiesto con la política de Tienda Inglesa de tomar el control de al menos 40 supermercados barriales en Montevideo y el interior en los últimos años, según informaron El País y El Observador en distintas notas. Este crecimiento, que también incluye la adquisición de mayoristas o distribuidoras -es decir, los actores previos en la cadena- generó críticas de la gremial de almaceneros (Cambadu), la Cámara de la Industria Alimenticia y la Confederación de Cámaras Empresariales.

“Las grandes cadenas no son sólo grandes vendedores, son también grandes compradores. Su crecimiento está orientado no sólo a dominar el mercado final, sino a lograr negociar precios con las distribuidoras de mejor manera que otro tipo de puntos de venta. Buena parte de la estrategia de la rentabilidad del sector se juega en esta posibilidad de ‘pelear’ precios ‘hacia atrás’”, analizó el trabajo.

Más allá de estos procesos, la investigación encargada por Fuecys indicó en un texto divulgado como resumen que “el peso de las grandes cadenas sobre el total del comercio minorista se ha mantenido estable desde 2004” y que “la explicación más plausible a este fenómeno es la existencia de límites estructurales de la propia economía uruguaya que dificultan la expansión de las grandes superficies”.

Por lo antedicho, y por los resultados encontrados, el estudio “rompe con un preconcepto bastante extendido relacionado al nivel de concentración del mercado minorista en torno a pocas cadenas”, porque pese al volumen de negocios que tienen los supermercados y su poder como grupos económicos, “el mercado minorista continúa siendo competitivo” en Uruguay. En definitiva, los autores entienden que “la posibilidad de las grandes cadenas de fijar precios al consumidor final tiene techos claros, desde el momento en que los almacenes, ferias, autoservicios y demás puntos de venta ocupan dos terceras partes del mercado”.

 

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