Liberalización del precio abre la puerta al desabastecimiento en farmacias catalanas

Farmacéutica
  • Desde la pandemia, la falta de fármacos se ha multiplicado casi por cuatro y el sector acusa a laboratorios y distribuidoras de abusar de las exportaciones para obtener rentabilidad en su comercialización.

Según publica publico.es Los recortes de la Generalitat de Catalunya en sanidad, aunque se produjeron hace más de una década, todavía tienen efectos sobre determinados sectores. Es el caso de los puntos de dispensación de medicamentos, las farmacias, así como los laboratorios que los fabrican, que no se han recuperado de la contención en el gasto público.

Los resultados de este proceso, acompañado de una liberalización del precio de venta al público, ha generado una situación generalizada de carencia de medicamentos, que los expertos vaticinan que irá en aumento.


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De hecho, desde la pandemia, los productos con dificultades de abastecimiento han pasado de los 200 a los 770 actuales, multiplicándose el porcentaje casi por cuatro.

El cóctel de menor inversión pública en salud, el poco gasto en infraestructuras y los bajos precios de las medicinas ha comportado que la globalización también haya llegado al ámbito farmacéutico: las farmacias sufren problemas de stocks, mientras que los laboratorios (fabricantes) y las distribuidoras optan por enviar el grueso de sus partidas al exterior, garantizando así una mayor rentabilidad para sus productos.

«Nos encontramos en una situación en la que el precio de los medicamentos se baja dos o tres veces al año, lo que nos impide ser competitivos para mejorar las condiciones de los trabajadores y nos aboca a una falta de mano de obra». De esta forma, resume el escenario Antoni Torres, presidente de la Federació d’Associacions de Farmàcies de Catalunya (Fefac).

«Nos encontramos en una situación en la que el precio de los medicamentos se baja dos o tres veces al año», Antoni Torres

Como ejemplo, indica que en las farmacias catalanas, el valor medio del medicamento se sitúa en los siete euros, mientras que en otros países europeos, como es el caso de Alemania, este alcanza los 14.

«La normativa europea considera, en parte, el medicamento como un bien de consumo, favoreciendo la liberalización de los precios y abriendo la puerta a los movimientos de exportaciones de medicamentos». Torres achaca a la regulación, que no es suficientemente restrictiva, estos episodios comerciales.

El desabastecimiento de medicamentos se produce globalmente, pero especialmente tiene importantes consecuencias en Catalunya, el motor farmacéutico del Estado, acumulando 79 plantas de producción, lo que supone el 46% del total, según los datos de la patronal Farmaindustria.

Ante este fenómeno globalizador, fruto de la liberalización de precios, los grandes laboratorios han decidido externalizar la producción en China, como elaborador, y en la India, punto de fabricación.

Una nueva crisis de los chips

«Es necesario que los medicamentos se traten como un elemento estratégico, un bien esencial», Antoni Torres

Antoni Torres recuerda que las dificultades que están atravesando las farmacias catalanas son similares a las que vivieron las fábricas de coches por la falta de chips o la misma administración al inicio de la pandemia por la Covid-19, cuando no se disponían de mascarillas. «Es necesario que los medicamentos se traten como un elemento estratégico, un bien esencial», explica Torres.

De lo contrario, el presidente de Fefac advierte que los laboratorios continuarán con su estrategia de efectuar entregas mínimas de medicamentos en el mercado interno para asegurarse las ventas en el exterior.

«El ciudadano acude a la farmacia y si se produce un brote, como el de bronquiolitis infantil del pasado invierno, no encuentra el medicamento necesario».

Fefac lamenta que la normativa actual, elaborada para reducir los precios y el gasto público en medicamentos, genere este desabastecimiento.

Para combatir lo que llama como especulación, insta a establecer una horquilla de precios mínima y máxima, al igual que se hizo con las mascarillas, que «desfavorezca que el producto salga del mercado nacional y huya hacia el exterior».

Desde Farmaindustria, la patronal del sector, con sedes en Madrid y Barcelona, se esgrime un estudio europeo que muestra cómo España ha pasado de un 53% a un 58% de accesibilidad a los fármacos que aprueba la autoridad europea, lejos del 88% de Alemania y del 80% de Italia.

Su director general, Juan Yermo, señala que «estamos trabajando con la Administración para solucionar el problema de acceso a la innovación. Se requieren medidas urgentes para mejorar los procedimientos y criterios de financiación».

Debilitar la innovación

Yermo cuestiona las políticas establecidas por la Comisión Europea para desarrollar nuevos medicamentos y avanzar en la senda de la autonomía farmacéutica.

«Aunque la propuesta contiene varias mejoras en el marco regulador, el debilitamiento del sistema de incentivos y el aumento de las obligaciones de los fabricantes en todas las áreas corren el riesgo de erosionar aún más los cimientos de la industria innovadora en Europa, en lugar de fortalecerlos», apunta Yermo.

Una vez conocida la propuesta comunitaria para revisar el marco legislativo farmacéutico, Fedifar cree que el texto no incide en la diferenciación en función de la tipología de compañías.

Desde la Federación de Distribuidores Farmacéuticos (Fedifar), patronal que agrupa a las empresas del sector, se pone el foco en las vulnerabilidades de la cadena de suministro, lo que deriva en la necesidad de una mayor transparencia frente a los desabastecimientos, así como la importancia de mejorar las relaciones con las administraciones públicas.

Otras de las medidas que reivindica la patronal es garantizar la seguridad del suministro de medicamentos a través de la detección precoz de desabastecimientos mediante un sistema de notificaciones de los distribuidores sanitarios.

Así, precisa que «parece razonable que una empresa de distribución que atiende en varias ocasiones al día los pedidos de las farmacias de su ámbito de actuación tenga una consideración legal diferenciada de aquellos mayoristas que se limitan a distribuir un catálogo limitado de productos ocasionalmente».

Al igual que ocurrió con los microchips, las mascarillas o más recientemente con la autosuficiencia energética derivada de la invasión de Rusia en Ucrania, el problema de desabastecimiento de las farmacias esconde una realidad más profunda: la capacidad de crear resiliencia a través de las cadenas de suministro, hasta ahora muy dependientes de las producciones exteriores y transportes desde la otra punta del mundo.

La voluntad política ha de plantear si los medicamentos son un bien de consumo o un producto esencial

Es la voluntad política, tal y como sucede con la vivienda, la que debe plantear si los medicamentos son un bien de consumo o más bien un servicio o producto esencial.

En este supuesto, las administraciones deberían proteger normativamente y regular los precios de los fármacos para evitar las prácticas monopolísticas y oligopolistas de determinados agentes del sector farmacéutico.

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