Financiar la compra en el Black Friday te puede salir muy caro

Black Friday
  • La temporada de compras aviva el peligro de financiar la compra de productos prescindibles

Según publica lavanguardia.com La temporada de compras llega con el dinero justo. La crisis inflacionaria deja tan poco margen a los hogares que algunos tirarán de préstamos para el black friday o los regalos navideños. No se quiere renunciar a la tecnología o la moda. Con productos que poco tienen de primera necesidad, la opción del crédito es una mala idea. Sobre todo cuando se acepta sin revisar condiciones.

Normalmente ya hay que hacer una pausa antes de un gasto. En la temporada de descuentos y de Navidad toca hacerla doble. “Cambiar el móvil, cambiar la ropa… No son compras de primera necesidad”, plantea José Antonio Blázquez, director del grado en marketing de la Universidad Europea. Estos días se puede vivir algo similar al verano, cuando se disparó el consumo por los temores de crisis. Vivir el momento. “Parece que la gente es incapaz de renunciar a cosas a las que cree que tiene derecho”, sigue.


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Cuidar las condiciones

Las ofertas con intereses tan altos de entrada se tienen que evitar para escapar al sobreendeudamiento

Si no hay dinero aparecen los problemas. Se abre la puerta de la financiación y los quebraderos de cabeza. Como hoy el black friday ya dura semanas y con las rebajas las ofertas llegan hasta enero, la tentación aumenta. Con la subida de los tipos de interés, las tasas de los créditos al consumo, más caros que las hipotecas que tanta atención se llevan, obligan a extremar la precaución. “A partir del 14%-15% es una cantidad muy elevada. Si es un gasto puntual aún se puede hacer, pero si vives siempre del crédito se te va a hacer imposible devolverlo”, expone Miguel Crespo, del área jurídica de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU). Cita clientes que han acabado “con crédito para cubrir crédito”, con 3 o 4 tarjetas “e intereses impagables”.

El cierre del año “es una de esas épocas donde consumimos más, pero tiene que ser un gasto reflexivo e informado. Normalmente las reclamaciones aumentan tras la vuelta de enero”, comenta Irene Becerra, abogada de la plataforma Reclamador. El gran peligro es caer en el crédito revolving, que promete cuotas bajas pero a cambio carga de intereses las compras y convierte la devolución en eterna. Si no se sabe si es lo que se ha contratado, se pueden revisar los pagos: si las cuotas son bajas, hay que sospechar. Si el interés supera el 20%, también.

En algunas tarjetas se puede cambiar la modalidad para que dejen de ser revolving. Porque para salir de ellas la disputa se suele intentar cerrar con la propia entidad, pero en casos de revolving no hay tanta predisposición. “La gente no tiene que tener miedo de la vía judicial. La tasa de éxito es altísima y se llegan a devoluciones de 9.000 o 10.000 euros”, detalla, aunque siempre irá en función del gasto y el interés que se ha aplicado.

Otra advertencia. “Hay que huir de los créditos rápidos. Se conceden sin estudiar tu solvencia. A cambio las cuotas de intereses son importantísimas. Además pueden incluir costes de demora y otras comisiones. Toca ver más allá del tipo de interés”, advierte Crespo. A modo de ejemplo, explica el caso de una persona a la que le cobraban 30 euros solo por enviar recibos por correspondencia. Con menos barreras de entrada, la entidad se lo cobra en lo demás. En tele e internet se anuncian dando dinero sin condiciones.

Hay una tercera piedra a evitar: no dejarse embelesar por tarjetas que ofrecen los propios locales. Se ven en tiendas de muebles, súpers, gasolineras… “Traen aparejados beneficios en las compras, pero nos despistan con las condiciones financieras”, advierte Becerra. Un gancho envenenado. “Ahorrar en gasolina con un interés tan alto no compensa. Se puede acabar con una deuda indefinida”.

Finanzas

Crédito rápido, tarjetas ‘revolving’ y las de las tiendas, frentes a cuidar

Al final, todo pasa por la precaución. Antes de solicitar crédito se recomienda contrastar la información precontractual, comparar ofertas, ver la modalidad de pago –que no se mencione revolving o deuda renovada mensualmente– y que la entidad haga un estudio de solvencia económica para ver que se pueda soportar el crédito. “Muchas veces no se hace, como en centros comerciales”, señala sobre lo último Becerra. Desde la CECU llaman a plantearlo uno mismo incluso: “Hay que hacer un análisis de nuestra situación y una evaluación de la necesidad. Ver los gastos presentes y futuros, si nos suben la hipoteca… Si la situación no nos permite cubrir un imprevisto, como que se rompa la lavadora, ya es una situación peligrosa…”.

“Pedir dinero para la temporada de compras es una temeridad. Luego viene la cuesta de enero, pero preferimos la gratificación a corto plazo”, cierra Blázquez.

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