Ecommerce: La evolución de Glovo en España

Historia de Glovo: nacimiento y evolución del unicornio español de los pedidos a domicilio

Glovo, la app que permite que otros hagan tus recados por ti, nació de las inquietudes de un emprendedor catalán que lejos de acomodarse en el empleo que le ofrecía Airbus (sí, Óscar Pierre es ingeniero), decidió dar el salto y seguir los pasos de startups como Airbnb y Uber. Cuando ellas comenzaban a cosechar éxitos en Estados Unidos, Pierre decidió apostar por este mismo modelo de negocio, la economía colaborativa, pero con un nuevo enfoque: economizar el tiempo.


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Historia de Glovo: una idea sencilla pero innovadora
Si puede hacerlo otro por mí, ¿por qué voy a perder mi tiempo? Bajo esta premisa Óscar Pierre, barcelonés de 25 años, se lanzó al mundo de la emprendeduría y lanzó una idea innovadora, Glovo, una app en la que puedes pedir cualquier cosa que necesites, ya que siempre hay un glover dispuesto a traértelo en cuestión de minutos. Ya sea comida, la compra o un regalo. Glovo está para que tú utilices tu tiempo en algo más interesante que a hacer tediosos recados.

Y parece que la idea de Oscar Pierre sí que convenció a los inversores, entre los que se encontraba Sacha Michaud, cofundador de Glovo App, que decidieron invertir, en un principio, más de 100.000 euros en esta idea. Y así, en marzo de 2015 nacía oficialmente Glovo.

Historia de Glovo: las rondas de financiación
Primero con nueve empleados, que en 2019 superaron los 1.000, los ingenieros contratados por Pierre fueron implementando mejoras en la aplicación para ganar flexibilidad y rapidez, porque la base de Glovo es la economización del tiempo, y con los años fueron ganando adeptos entre los inversores, que apostaron por la idea de Pierre.

Así, la historia de Glovo ha ido sumando distintas rondas de financiación a lo largo de los años, entre las que destacamos la de agosto de 2016 cuando consiguió una nueva ronda de financiación por 5 millones de euros, que decidió invertir en seguir potenciando la app en las ciudades donde ya estaba implantada como Barcelona, Madrid, Valencia, París y Milán.

En 2018, consiguió inversiones de hasta 115 millones de euros, que empleó en consolidar su expansión internacional y que elevaría la valoración de la app hasta los 300 millones de euros.

Tal y como explicó en ese momento Óscar Pierre: “Estamos muy contentos con esta nueva inyección de liquidez que nos permitirá seguir creciendo de forma acelerada. Mi principal prioridad es invertir en aumentar nuestro equipo de tech para seguir optimizando la plataforma y ofrecer el mejor servicio del sector a los tres ejes principales: repartidores, usuarios y establecimientos y convertirnos así en su app de delivery de referencia”.

Finalmente, en 2019, Glovo dio su gran salto, tras cerrar dos rondas por valor de 150 millones de euros cada una, una en abril y otra en diciembre, que hicieron que su valoración superase los 1.000 millones de dólares y por tanto acompañase a Cabify en su condición de unicornio español.

Evolución de talento tech
Tras el nombramiento del vicepresidente de ingeniería Mustafa Sezgin a finales de 2019, Glovo anunció la contratación de 300 nuevos ingenieros tech para trabajar junto al ex líder tecnológico de Uber y SoundCloud. El objetivo era utilizar el crecimiento del equipo de tech para crear una mejor y más eficiente experiencia para los usuarios, reducir los tiempos de espera de los repartidores y ayudar a la empresa a operar y ser líder en nuevos mercados en África, Europa y América Latina. Algo que como veremos más adelante, no llegó a completarse con éxito.

Superar las expectativas de los usuarios con supermercados online
En 2019 y con el fin de convertirse en la aplicación para todo en la ciudad, Glovo también anunció que incrementaría la inversión en el desarrollo y crecimiento de categorías on demand más allá de los alimentos, como la lavandería o productos de supermercado.

Para acelerar aún más el crecimiento de estas categorías, la startup invierte en la vertical de supermercados a través de SuperGlovo; permitiendo que se entreguen los productos de supermercado a los clientes en un periodo de unos 20 minutos desde la realización del pedido. Estas tiendas almacenan hasta 1.000 artículos permitiendo que los repartidores realicen las entregas en Barcelona y Madrid.

Los glovers, la clave del modelo de negocio de Glovo
El éxito de Glovo no puede entenderse sin sus glovers, los repartidores que en menos de media hora (en la mayoría de los casos) satisfacen los recados de los usuarios. Los glovers suelen trasladarse en bici o en moto y son autónomos que deciden cuándo trabajar, si aceptar o no un pedido y a cambio reciben una cantidad fija por cada entrega que hacen.

Pero también son el eslabón más débil de su cadena de valor… y el que más quebraderos de cabeza le ha dado.

Desde hace años, distintos glovers han demandado a la empresa por el modelo de relación que les une a ella: mientras Glovo entiende que los repartidores son autónomos, varios de ellos, así como organizaciones sindicales y algunos partidos políticos afirman que los glovers son un claro caso de «falso autónomo»: una relación que favorece a la empresa al no asumir los costes laborales de tenerlos en plantilla y pone a los repartidores en situación de debilidad a la hora de afrontar contingencias como accidentes, enfermedades, etc.

Esta judicialización de las relaciones con los riders ha provocado múltiples sentencias hasta la fecha, en diversos tribunales españoles, con diversidad de resultados para la compañía. Glovo lamentó en varias ocasiones que España fuese el único país en el que este tipo de casos se estén judicializando en lugar de apostar por una regulación específica, que es necesaria para este nuevo sector que ha mostrado un gran impacto económico, tal como ha sucedido en Francia o Reino Unido, en el que se están adoptando leyes en relación con este nuevo tipo de modelo de trabajo.

Finalmente, la esperada decisión del Tribunal Supremo, organismo encargado de sentar jurisprudencia, llegó en septiembre de 2020, fallando en contra de los intereses de la compañía. El pleno de la sala cuarta, pronunciándose sobre el caso particular de un repartidor de Madrid, sostiene que Glovo no es una «mera intermediaria» en la contratación de servicios entre comercios y repartidores y que, como sostenían asociaciones de repartidores y sindicatos, los glovers son falsos autónomos.

Una sentencia que, a la espera de una nueva ley estatal sobre las relaciones laborales de este tipo de nuevas empresas digitales, deja a firmas como Glovo, Deliveroo o Uber Eats ante la tesitura de tener que contratar como empleados a los repartidores, elevando así de forma crítica sus costes laborales.

Historia de Glovo: Glovo en la actualidad
Lo cierto es que 2020, sentencia aparte, no ha sido un gran año para Glovo. Entre 2018 y 2020 afrontó una intensa expansión sobre todo en América Latina, siendo su primer destino Chile de la mano de Cabify a través de una “joint venture” en noviembre de 2017, y posteriormente aumentó su red de glovers hacia Perú, Argentina y Brasil. En cuanto a Europa, De hecho, en 2019 entró al mercado polaco y adquirió Pizza Portal por 35 millones de euros, así como también invirtió en un segundo centro tecnológico en Varsovia.

Pero en 2020, la empresa anunció la venta de su negocio en Latam a un gigante del sector de la comida a domicilio, Delivery Hero, en una operación valorada en 230 millones de euros y que cubre los mercados latinoamericanos en los que tenía presencia: Argentina, Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Honduras, Guatemala y República Dominicana. Tras el cierre de esta operación, Glovo aseguró que se centraría en sus mercados europeos y asiáticos, después de haber abandonado también Turquía, Egipto, Uruguay y Puerto Rico a principios de año. La idea básica: mejorar la rentabilidad de la empresa.

Un asunto clave, ya que la empresa no ha generado beneficios desde su creación. De acuerdo con los últimos resultados disponibles, los de 2018, su facturación alcanzó los 52 millones de euros, un 268% más que el año anterior, pero con unas pérdidas de 42 millones, ocho veces superiores a las de 2017.

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