El comercio exterior: un motor económico para Centroamérica

Vista aérea de una pila de contenedores y un tractor, exportaciones

Centroamérica se recupera del duro shock que supuso el COVID en esta serie de economías emergentes. Sin embargo, estas economías tan vulnerables, ante lo ocurrido, han visto como esas debilidades que mostraban, hoy, se han acentuado notablemente. Y es que podemos seguir pensando que volver a 2019 es el objetivo, pero no debemos olvidar que volver 2019 no exime a estas economías de aplicar esas reformas estructurales que precisan para lograr el auténtico desarrollo. Pues la desigualdad, la pobreza, entre otros lastres, ya estaban muy presentes en el año previo a la pandemia, situando a muchas de las economías de la región entre aquellas que más desequilibrios mostraban.


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Pero pese a la necesidad de que la región siga creciendo tras la recuperación, es conveniente señalar que ese potencial que hace años las caracterizaba, a día de hoy no es el mismo. Desde 2008, el crecimiento que registraban estas economías se ha apagado sustancialmente si lo contrastamos con el registrado en años previos. Para hacernos una idea de lo que comento, y atendiendo a los datos que ofrece el Banco Mundial, las economías emergentes han pasado de crecer a un ritmo medio cercano al 14% antes de la crisis de 2008, a crecer a un ritmo medio del 7% en los últimos años. Una clara desaceleración a la que se le suma un frenazo de la inversión extranjera, que fluye más lentamente hacia la región.

Por tanto, es conveniente detenernos a analizar la situación. Pues la economía se recupera, pero el objetivo que perseguimos no es, ni de lejos, el deseable. Además, las debilidades que mostraban estas economías, hoy acentuadas, deben combatirse con un crecimiento que se ha desacelerado, atendiendo a los datos que hemos mostrado, notablemente. Algunos economistas han cifrado el frenazo, pronosticando el lastre que supone dicha desaceleración para el desarrollo y esa necesaria convergencia entre emergentes y desarrolladas. Por lo que hablamos de una región en apuros que precisa de un impulso para sus economías.

Y es aquí donde resalto el papel del comercio como ese impulso que precisan estas economías para lograr ese desarrollo. Un comercio que a la luz de los datos nos muestra que estamos ante un motor de crecimiento económico.

Pero tampoco debemos olvidar todo el aporte que, implícitamente, supone el comercio exterior para estas economías. Pues siempre oímos hablar de la necesidad de cooperar, pero los estudios nos muestran la eficiencia que supone cooperar cuando hablamos de comercio exterior, y cómo los volúmenes de bienes y servicios se disparan sustancialmente cuando hay economías que cooperan en asuntos que tienen que ver con los mercados internacionales. Por lo que hablamos de un fenómeno que, también, fomenta esa necesaria cooperación que los mandatarios demandan.

En esta línea, en el mes de diciembre, en la última columna del año, resaltábamos esas bondades del comercio exterior y su gran aporte a las distintas economías que lo practican y han apostado por él a lo largo de estos años. Por tanto, dado un escenario en el que los principales mandatarios aconsejaban a las economías de América Latina cooperar para salir más fuertes de la crisis que atraviesan, no me parecía ninguna locura proponer que dicha cooperación, como decía líneas más arriba, se canalizará a través de ese comercio exterior; pues los ejemplos que citábamos en dicho artículo evidencian que hablamos de un claro motor económico.

Pero si ya dicha idea me resultaba interesante, un reciente estudio realizado por la CEPAL, y que publicaba el pasado mes de diciembre, nos muestra que realmente no parece ninguna locura hablar de comercio exterior como claro mecanismo para fomentar la cooperación entre estas economías y, más importante aún, el crecimiento económico y el consecuente desarrollo que este permite. Un informe que, en esencia, resalta dichas bondades y las detalla, pero que vuelve a incidir en su aporte a la economía.

Además, según el documento, los datos muestran una tendencia positiva que anima al conjunto de economías a apostar por este fenómeno. En este sentido, para todo el año 2021, la CEPAL proyecta un incremento de 25% en el valor de las exportaciones regionales de bienes -luego de caer 10% en 2020-, impulsado por el alza de 17% de los precios de exportación y una expansión de 8% del volumen exportado. En tanto, el valor de las importaciones de bienes aumentaría 32%, con una expansión del 20% en su volumen y un 12% en precios. No obstante, no debemos olvidar que este también subraya la necesidad de seguir trabajando en corregir aspectos que no fomentan la participación de estas economías en los mercados.

Por lo que, en conclusión, hemos analizado la situación y hemos podido observar que no basta con regresar a 2019, pero el crecimiento que precisamos para corregir los desequilibrios se está apagando. Por eso, dados los datos, puede utilizarse el comercio para, a la vez que se fomenta la cooperación, impulsar estas economías, a la vez que impulsan su crecimiento y su desarrollo. Por esta razón, sigamos trabajando en mejorar esa participación en los mercados y reforzar todo aquello en lo que flaqueamos, pues si hay comercio, hay razones para ser optimistas.

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