El café que funciona como escuela para emprendedores

Taza de café negro sobre una mesa de madera con hojas con hojas

El café que funciona como escuela para emprendedores. Motivado por ayudar a las y los emprendedores a dar sus primeros pasos en el mundo del negocio del café, Víctor Olave convirtió su cafetería y tostaduría en una academia de negocios, con cursos y mentorías para orientarlos en sus dudas y apoyarlos en sus caídas. El modelo le ha dado éxito: hoy está próximo a espandir su marca a Estados Unidos.

Víctor Olave aún recuerda su primera venta. Fueron setenta mil pesos. No mucho para ese entonces -2015-, pero sirvieron para recuperar parte de su inversión. Lo que siguió después para el fundador de Café La Finca fue un camino que construyó progresivamente y que hoy, siete años después, se ve bastante lejano frente a los US$125 mil que factura actualmente al mes.


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Este ingeniero comercial, padre de dos niños, trabajó durante 14 años en el mundo de los mercados capitales. En los tempranos 2000 -mientras trabajaba en un banco que fue adquirido por la brasilera BTG Pactualse- surgió para él una oportunidad para estudiar, por lo que ingresó a la Pontificia Universidad Católica e hizo un MBA que le permitió acercarse, desde las aulas, al mundo del emprendimiento.

Así empezó a entusiasmarse con el área y además conoció de primera mano muchas historias.

El resultado: Víctor Olave salió de su MBA con la determinación de ser emprendedor, pero no sabía con qué.

Aprovechando que la nueva filial de su banco tenía oficinas en todo el mundo, solicitó la posibilidad de trasladarse. Nueva York, Londres, Hong Kong, entre otros, estaban la lista, pero el destino final fue Colombia, en Medellín. Armó sus maletas y con su familia -su esposa, Carol Santibañez, quien era su compañera en la empresa, y su primer hijo-, aterrizaron en el país cafetero. Era 2013 y el mandato específico era comenzar a armar un banco comercial. En paralelo, comenzaría un proceso de scouting de productos para cumplir su meta de emprender.

Formarse para formar

“Salí a buscar oportunidades, cosas que pudiera traer desde Colombia hacia Chile y viceversa, y pensé que era el momento de buscar alguna alternativa para emprender”, recuerda Víctor Olave. Helados, ropa, juegos y cosas que eventualmente Colombia podría exportar. Tiempo después, con su esposa cayeron en cuenta de que siempre tuvieron la mejor alternativa frente a sus ojos.

De una u otra manera, se dice que todas las personas en Colombia están relacionadas con el mundo del café. Ya sea por un familiar, un amigo o porque alguien a quien conocen tiene una finca, que es donde, en los campos, los productores plantan su café.

Así comenzó el acercamiento de Víctor Olave al café: a través del esposo de una compañera de trabajo empezó a visitar todos los fines de semana los cafetales, para conocer los cultivos y conversar con los emprendedores cafeteros. “Es un mundo muy mágico, porque la gente quiere mucho su producto y el proceso y la cadena de valor que se agrega en esa etapa es gigante”, dice el empresario, quien comenzó a montar, durante un año, el que sería el proyecto que traería a Chile.

En 2015, con su esposa decidieron regresar a Chile e invitaron al resto de su familia a participar del emprendimiento. Comenzaron a importar café -la primera ronda fue de unos 150 kg, por unos US$3 mil actuales- y a tostarlo en su tostaduría, que instalaron en El Bosque. “Nos fuimos formando como tostadores y fuimos estudiado para así poder armar este negocio. Partimos como cafetería, pero luego decidimos centrarnos en la distribución de café, con máquinas y café de grano, particularmente en el Horeca (acrónimo para hablar del sector de hoteles, restaurantes y cafeterías)”, recuerda el emprendedor.

Eso sí, donde formaron su nicho es en los nuevos emprendedores. “Una de las cosas que me dolió cuando partí en este mundo fueron las miles de dudas que tuve… No sabía cuáles eran los procedimientos, cuánto tenía que invertir, cómo negociar un arriendo, qué entidades daban permisos, entre otras tantas y, después de ir probando, hemos ido de a poco creando algunos cursos para enseñarle a la gente particularmente sobre esos temas”, afirma el ingeniero comercial.

Hoy, a través de su página, cuentan con cursos y mentorías: seis talleres grabados, dos presenciales, otros dos vía Zoom y tres mentorías, dictadas por él o uno de sus hermanos. Desde que comenzaron con esta modalidad han capacitado a más de cuatro mil personas y la mitad de su propio portafolio de clientes se nutre desde su “Escuela de Café”. “Es gente que hemos ayudado desde el principio y hoy operan con nosotros, mucho más considerando que la pandemia nos permitió llevar nuestros cursos a otros lugares”, dice Víctor Olave.

¿Cómo se han distribuido las áreas a nivel familiar? “Unimos los detalles en los que cada uno es bueno… Así como yo no soy bueno en tostar, mis hermanos sí lo son. De los tres que somos, Ricardo estudió Gastronomía y se dedicó al mundo de la preparación de café y enseñar a las personas después a hacerlo; yo pongo la cuota del management y Fernando viene del área comercial, así que está encargado de esa parte y del relacionamiento con los clientes”, afirma.

“Nos damos cuenta de que estas personas, los interesados, al entrar al rubro notan que no es lo que pensaban… Entonces les damos una mano, porque no hay nada más terrible que enfrentarse a eso. Uno la pasa mal cuando las cosas no funcionan al principio”, plantea Olave. “Detrás del emprendedor, que parece solitario en este camino, hay una familia que sufre y hay que ayudarlo”, añade.

El salto internacional

Con la pandemia, Sercotec los ayudó a llegar a otros sectores. Los llevó al marketplace de Falabella, un lugar que, de hecho, es uno de los rubros que pretenden potenciar durante el año. En octubre de 2021 fueron seleccionados junto con otras cinco pymes para que, en alianza con la Florida Atlantic University, participen en un piloto de internacionalización de pequeñas y medianas empresas. “Me dijeron que si queríamos internacionalizar la empresa y obvio que sí estaba en nuestro pipeline, pero varios años más adelante”, dice Víctor Olave.

En lo concreto, el plan con Sercotec y la Florida Atlantic University implica la instalación de una tostaduría, “una gran ventaja, porque somos muy buenos tostadores”, pero también expandir su plan de enseñanza. “Hay una alta población de latinos que buscan emprender”, plantea el empresario. Junto a eso, deben generar el proceso de importación de café, tostarlo en Miami y luego distribuirlo a todo el sector Horeca. Para eso han estado trabajando durante este primer semestre con alumnos de pregrado de la universidad, haciendo investigaciones de mercado y analizando temas legales, entre otros tópicos.

Con los cursos que ya tienen en su sitio web pretenden expandirse hacia otros países hispanohablantes. De hecho, Víctor Olave cuenta que parte importante de su clientela es colombiana y venezolana, que llega a Chile y que ve en estas herramientas una alternativa de emprendimiento. “Si nos va bien, va a ser el puente de llegada a Estados Unidos, que es una de nuestras próximas líneas de crecimiento, y la que mayor atención tiene, porque sabemos que es un mercado mil veces más grande que el chileno”, asegura.

La mente, eso sí, está puesta principalmente en Florida, porque hay más población latinoamericana con ansias de emprender en un país al que, quizá, están recién llegando.

Otras líneas de mercado que quieren potenciar es el e-commerce y extender su academia, en términos de enseñarle a las personas a hacer un negocio con el café, pero también a prepararlo, no solamente en Chile, sino también en otros países de la región.

Por cierto, la expansión de Café La Finca no ha significado solamente ampliar el tamaño del negocio. De pasar de importar café desde Colombia, hoy también trabajan con productos de Perú, Guatemala, Brasil y Costa Rica. El próximo paso es escalar también en sus ingresos: hoy en día están en los US$125 mil mensuales, pero la proyección hacia fines de 2022 es acumular un total de ganancias anual que supere los US$1.400.000.

Fuente: La Tercera 

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