Mediante una asociación con Cementos Molins, de España, la empresa colombiana arrancó la operación de su nueva planta de este material, ubicada en Sonsón (Antioquia), y que tiene una capacidad de producir millón y medio de toneladas por año.
Cortesía – Empresa Colombiana de Cementos
Este miércoles entra en operación la primera planta de la Empresa Colombiana de Cementos (Ecocementos), una asociación entre Cementos Molins de España y Corona, con la que ésta última hace formalmente su incursión en este mercado.
La instalación, ubicada en el municipio de Sonsón, en Antioquia, tiene la capacidad de producir un millón y medio de toneladas de cemento por año, aunque esta cifra puede llegar a duplicarse eventualmente, según explicó Juan Martínez, director general de la Ecocementos.
“La apuesta que tenemos es ofrecer un servicio cercano, acompañamiento permanente y un producto de calidad apalancándonos en una sólida distribución y en la experiencia que traemos en la producción de cementos”, dijo Martínez en conversación con este diario.
Martínez explica que la apuesta de negocio de esta asociación es llegar a capturar 10 % del mercado de cemento en Colombia. Molins ya tiene presencia en otros países de la región, como Argentina, Uruguay, Bolivia y México y su decisión de entrar en Colombia se debe a que “más allá de los vaivenes de corto plazo, es un país con una buena proyección y hay una expectativa muy grande en su desarrollo. Creemos que, con el impulso de obras de infraestructura, el consumo de cemento puede duplicarse y por eso resulta atractivo para nosotros”.
El ejecutivo asegura que con la nueva planta quieren participar en obras como la construcción del metro de Bogotá, que es uno de media docena de proyectos en los que planean estar. El nuevo producto, ALION, estará presente a través de canales de venta como Home Center.
De acuerdo con estadísticas del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la producción de cemento gris registró un crecimiento de 4,6 % entre enero y agosto de este año, en relación con el mismo periodo del año pasado. Sólo para agosto, las cifras hablan de un incremento en la producción de 7 %, si se compara con el mismo mes de 2018.
El proyecto de la planta en Sonsón comenzó a gestarse en 2014, cuando arrancó la fase de estudios y diseños. La etapa de construcción arrancó en diciembre de 2016 y durante este tiempo se emplearon a unas 1.800 personas, según Martínez. La inversión total asciende a un billón de pesos, o unos US$380 millones, según cuentas de la propia empresa.
La nueva fábrica está pensada para operar con apenas 80 empleados debido a tecnologías de automatización. Sin embargo,la proyección de la empresa es que esta mano de obra sea compuesta enteramente por personas de la localidad. “Al interior de la planta tenemos una escuela de formación para capacitar a los pobladores locales en la operación de la instalación y así ir reemplazando, en un plazo de tres a cinco años, al personal especializado que hoy arranca la operación y que viene de otras partes del país”, explica Martínez.
Más allá del aspecto de negocio, Martínez afirma que la planta también es una inversión en las comunidades locales, mediante asuntos como empleos indirectos (que podrían duplicar el número del personal de la fábrica), así un convenio de formación con el Sena para atender necesidades educativas y laborales, dos de los puntos de atención que se identificaron en conjunto con la administración local. También se contempla la construcción de un colegio, con jornada única, en la población aledaña a la planta. “Como la mina de caliza que alimenta la planta tiene reservas para 70 años, nuestra intención es ser un actor fundamental para la sociedad a largo plazo”, asegura Martínez.
La planta cuenta con tecnología que le permitirá tener consumos de energía 15 % por debajo de los del resto del sector, de acuerdo con cálculos de la compañía. “También hemos tenido mucho cuidado en minimizar impactos en temas como ruido y emisiones de polvo y gases nocivos”, dice Martínez.
