La apreciación del peso aún no se siente, pero debería comenzar a generar mayor presión a la baja desde febrero

Calles con locales comerciales y persona caminado

IPC de diciembre se ubica sobre lo plasmado en expectativas de consenso y forwards que se ubicaban en 0,2% m/m en tanto nuestra proyección estaba algo más abajo (0,1%). Con esto, la inflación anual termina en 3%, influenciada la última parte del año por una relevante presión sobre precios de bienes de consumo masivo ante el fuerte incremento del ingreso disponible de los hogares y aún stocks relativamente acotados por parte de los comercializadores.  La nota de cautela es que la reposición de inventarios ya ha comenzado y se está realizando a tipo de cambio significativamente inferior. El peso se ha apreciado 7% en diciembre lo que traerá consecuencias relevantes en los precios de reposición de inventarios para el resto del año, especialmente a nivel de bienes, en un contexto donde inflación de servicios se mantendría opaca. El tipo de Cambio Real de diciembre habría terminado en 98 (índice base 1986=100), cerca de los niveles observados en octubre 2019.

La inflación del mes se explica principalmente por alza en bienes SAE, contrario a lo visto en años previos para el mismo mes, y en menor medida por alzas en servicios SAE (Fig. 1). Los ítems más volátiles aportaron muy poca inflación este mes, donde los alimentos mostraron alzas contra-estacionales pero acotadas, mientras que las alzas de los precios internacionales de los combustibles se vieron contenidas por la fuerte apreciación del peso en las últimas semanas siendo la primera barrera de contención que ejerce el traspaso cambiario.


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El IPC SAE aumentó 0,4% m/m (2,6% a/a), debido al alza de 0,6% m/m en bienes (3,5% a/a) y en menor medida por el aumento de 0,2% m/m en servicios (2% a/a), que sabemos se encuentra con altos niveles de imputación de precios debido a la contingencia (Fig. 2). Contrario a meses anteriores, destaca el alza generalizada en bienes más que de un producto en especial con alta incidencia, siendo las alzas en vestuario y calzado junto con bienes no durables para equipamiento del hogar las que mostraron una mayor contribución en el mes. Esto revela que la presión inflacionaria del retiro de fondos previsionales ha continuado, más allá del ajuste visto en noviembre.

En línea con lo anterior, la difusión del IPC total se ubicó en 56,8% (porcentaje de productos de la canasta con inflación mensual positiva), una cifra superior al rango histórico para el mes de diciembre. Por categoría, la difusión de bienes SAE fue de un 66,7%, muy superior al máximo alcanzado en los diciembres de los años previos y dando cuenta del efecto “retiro de fondos de las AFP” (Fig.3), mientras que la difusión de servicios SAE fue de 33,8%, inferior al mínimo histórico para el mes evidenciando el efecto de las medidas de aislamiento y la imputación de precios (Fig. 4).

A nivel de productos, destaca el alza de transporte interurbano, que contribuyó 0,06 puntos porcentuales a la inflación mensual (alza de 13%), explicado por un fuerte aumento de demanda por fiestas de fin de año en un contexto de acotada oferta. Otro producto que mostró un importante incremento fue la carne de pollo, aumentando 3,2% en el mes (aportando 0,03pp). Por el lado de las caídas, el tomate disminuyó 15,2% (-0,06pp) debido a factores estacionales, mientras que automóvil nuevo cayó 1,4% (-0,04pp), revirtiendo las importantes alzas de octubre y noviembre.

Para el IPC de enero, proyectamos preliminarmente una inflación de 0,2-0,3% m/m. Los factores estacionales presionarían al alza los alimentos y algunos productos con alta ponderación, como gasto común y automóvil nuevo, mientras que continuaría cierta presión sobre precios del segundo retiro de AFPs sumado a la contribución positiva de gasolinas. Inflación anual se volvería a ubicarse bajo 3,0% a contar de enero 2021. Las presiones inflacionarias se mantendrían acotadas ante la amplia brecha de capacidad en conjunto con un tipo de cambio que ha experimentado una apreciación “multilateral” significativa llevando a que la reposición de inventarios importados ocurra con un tipo de cambio real cerca de su promedio histórico. El efecto desinflacionario del tipo de cambio, superior al ejercido ya sobre gasolinas, comenzaría a sentirse tan pronto como en febrero.