Exfiscal económico: “La autoridad no debiera restarse de llevar a cabo un estudio sobre la publicidad digital”

El abogado Felipe Irarrázabal dirigió durante ocho años, de 2010 a 2018, la Fiscalía Nacional Económica, durante los gobiernos de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera. Ahora encabeza el Centro Competencia de la Universidad Adolfo Ibáñez (CeCo), un centro inaugurado a fines de 2019, que ha publicado diversas investigaciones sobre temas de libre competencia. La última fue publicada este domingo por Pulso: “Medios de comunicación y publicidad online: la mirada de la política de competencia”. En el reporte, que recopiló, entre otros, investigaciones de la Competition and Markets Authority, CMA, de Reino Unido; la Australian Competition and Consumer Commision y el Congreso de Estados Unidos, el centro concluye que la expansión tecnológica ha impactado en forma directa en los medios de comunicación, en el consumo de noticias y en la publicidad digital, convirtiéndose este último en un mercado “complejo y opaco”. La investigación enumera los problemas de competencia detectados y las propuestas de solución que las agencias de libre competencia del mundo han sugerido. Irarrázabal profundiza aquí en esa investigación.

¿Por qué decidieron estudiar este mercado?


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En los últimos años, la evolución de los mercados digitales ha estado en el centro de los foros de política de competencia, por los desafíos y disrupciones que genera en diversos ámbitos. Y en particular, el mercado de publicidad online suscita interrogantes para las autoridades, dado el impacto que tiene en el modelo de negocios de otros actores, como los medios de comunicación. Estos, a su vez, no son una industria cualquiera y cumplen un rol trascendente para las democracias modernas, como lo consignamos en nuestra investigación. Varias de las agencias de competencia sofisticadas del mundo ya han abordado el asunto con exhaustividad, y al ser una tendencia global, nos pareció apropiado levantar información sobre el diagnóstico y las propuestas que son comunes a todas ellas y plantearlas también en nuestro medio. Creemos que Chile debiera estar preparado para los desafíos que se van a venir con la economía digital. Si bien las grandes innovaciones en el derecho de competencia y la economía digital debieran de venir de los países con economías de gran tamaño (en especial Estados Unidos y Europa), Chile debería estudiar bien qué temas son especialmente complejos y delicados para nuestro país en los temas de la economía digital y estar preparados para “acoplarse” a las soluciones que vengan de los países desarrollados tan pronto ellas se adopten.

¿Cuál de todos los problemas de competencia reseñados es el más relevante a su juicio?

Cuando pocos actores en un mercado empiezan a tener una envergadura tal que su posición se hace muy difícil o casi imposible de desafiar, y al mismo tiempo se vuelven una contraparte imprescindible para otros agentes, es natural que surja la preocupación desde el mundo de la competencia, por la estructura de funcionamiento de ese mercado. Eso se puede resumir en una palabra: “gatekeeper”. O sea, hay un actor, o un par, que han logrado establecer una plataforma, que opera o puede operar como cuello de botella, en donde nadie puede prescindir de esa plataforma. Por este motivo, es difícil señalar un único problema como el más relevante, ya que todos están relacionados de algún modo. El desequilibrio en el poder negociador, la opacidad o falta de transparencia de algunos segmentos, o la relevancia que adquieren los datos, son manifestaciones del mismo fenómeno.

Entre las propuestas regulatorias, parece ser que el caso australiano es el más intervencionista. ¿Cuál es el que ustedes prefieren?

La agencia de competencia australiana parece haber apostado por un rumbo, pero no se trata de soluciones únicas o aisladas. Tampoco son medidas pacíficas o que el mercado pueda procesar sin fricciones, y eso se está viendo en el debate que ha suscitado forzar una instancia de negociación entre plataformas y proveedores de contenido. Han surgido voces críticas a esto de que finalmente los medios de comunicación tradicionales deban ser financiados por los pagos que hagan las plataformas digitales. De hecho, en el último número de The Economist se publica una nota crítica sobre este asunto (con el título “¿Debieran las Big Tech salvar a los periódicos? No. Ellos se debieran salvar ellos mismos”) y expresó que “la sobrevivencia de los periódicos debiera depender de su propio negocio y no de la regulación”, haciendo referencia a The New York Times que alcanzó suscripciones por sobre 6.5 millones este año.