Consumo anota caída histórica en segundo trimestre

Avenida con locales comerciales, hombre con gorra, tapaboca y bolsas de mercado

Lo más complejo de la crisis sanitaria y su impacto en la actividad económica tuvo su repercusión en el Producto Interno Bruto (PIB) del segundo trimestre. De acuerdo con el Banco Central, la caída fue de 14,1%, en línea con lo previsto previamente al conocer los crecimientos mensuales entre abril-junio.

Este resultado fue incidido por el confinamiento generado a raíz de la emergencia sanitaria asociada al Covid-19, que influyó en la movilidad de las personas y el normal funcionamiento de establecimientos productivos.


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Si bien la caída del PIB trimestral fue la mayor en 38 años, los datos de junio permitieron a los expertos mirar con cierto grado de optimismo los próximos trimestres. ¿Luz al final del túnel? Tenue y lejana, pero hay atisbos de una leve mejoría en las cifras de crecimiento informadas por el Banco Central. “Las cifras de Imacec ya mostraban algún repunte durante junio, que esperamos se mantenga en los meses venideros a medida que la reapertura de la economía se lleva a cabo”, afirma el economista jefe de BTG Pactual, Pablo Cruz.

Pero antes de analizar lo que viene, ¿qué pasó en el trimestre? De acuerdo con el Banco Central, 12 de los 15 sectores registraron caídas. Las actividades mayormente afectadas fueron precisamente las más impactadas por la crisis debido al confinamiento. Ahí sobresale el rubro restaurantes y hoteles, con un desplome de 52,8%, mientras que servicios personales lo hizo en 27,9% (por menor servicio de educación asociado a la suspensión de clases presenciales). Comercio, en tanto, cayó 20,6%, y construcción, 20,4%. Otro rubro que se vio fuertemente dañado fue transporte, con una contracción de 34,4%. Como contrapartida, sólo tres sectores lograron crecer: minería, administración pública y servicios financieros.

Desde la perspectiva del gasto, estos efectos se reflejaron en un menor consumo de los hogares, que tuvo una histórica merma de 22,4%, reflejo principalmente del componente de servicios. El consumo de bienes durables exhibió una caída de 33,6%, mientras el consumo de servicios disminuyó 25%, develando el impacto de las restricciones sanitarias.

El economista de LyD, Tomás Flores, explica que “la masiva destrucción de empleos generó una caída sustancial en el consumo de hogares de 22,4%, lo que es el resultado neto de los menores ingresos generados en el mercado del trabajo, compensados en parte por las transferencias fiscales y el uso del seguro de cesantía”.

La inversión, en tanto, retrocedió 15,1%. El componente de construcción y otras obras disminuyó 17,4% debido a una menor edificación y al aplazamiento de proyectos de inversión. Asimismo, la inversión en maquinaria y equipos descendió 10,9%, en línea con menores importaciones de equipos de transporte y maquinaria de uso industrial.

El trimestre tuvo un día hábil menos que hace un año, lo con un efecto calendario de -0,1 punto porcentual.

¿Qué viene ahora?

Para los próximos trimestres, se respira un ambiente con un leve optimismo. Si bien no alcanzará para esquivar el terreno negativo en el año, la perspectiva de caída para 2020 ahora es menos aguda.

El propio ministro de Hacienda, Ignacio Briones, así lo espera. “El tercer trimestre debiéramos seguir viendo números negativos, aunque con una caída menor a la que hemos observado durante el segundo trimestre. Esperamos que a partir del cuarto trimestre ojalá podamos empezar a tener números positivos para ya en 2021 tener un despegue importante”.

Los factores que lo explican son, principalmente, tres: un mejor comportamiento del consumo favorecido por el retiro del 10% de los fondos de pensiones, el inicio del desconfinamiento y un mejor escenario externo debido al mayor precio del cobre que apuntalará las exportaciones.

Para el primer punto, los economistas coinciden en que esos mayores recursos con los que contará la ciudadanía ayudarán a mejorar el alicaído comportamiento que ha tenido el consumo, aunque de manera momentánea, ya que afirman que una estabilización y crecimiento de esta variable no se dará hasta que el empleo pueda comenzar a recuperarse. “Pasamos de prever un consumo negativo para el trimestre hacia uno levemente positivo, y más positivo hacia fin de año. El impacto del retiro del 10% debería durar en torno a 2 o 4 meses, es un shock transitorio en forma de transferencia. La recuperación del mercado laboral vendrá de la mano de más inversión y más crecimiento”, sostuvo la economista jefa de Banchile Carolina Grünwald.

Coincide con esa visión el economista jefe de STF Capital, Sergio Godoy: “Pensamos que el consumo privado podría crecer en el tercer trimestre impulsado por el retiro del 10%, por el relajamiento lento de las medidas sanitarias y las medidas de expansión fiscal. Asimismo, esperamos que se extienda este crecimiento hacia el cuarto trimestre”, afirmó.

El segundo punto se relaciona con el primero, ya que al iniciar el proceso de desconfinamiento habrá más lugares abiertos como los centros comerciales. El tercer factor proviene de las mejores condiciones económicas de China, que ha favorecido las exportaciones y ha llevado al cobre cerca de los US$3 la libra. Así, ahora los expertos ven una caída de entre -5% y -6% del PIB este año, en lugar del previo -7% y -8%.

Deuda externa llega a 85,9% del PIB

Durante el segundo trimestre de 2020, la cuenta corriente registró un superávit de US$1.154 millones, equivalente a 2,1% del PIB trimestral. Con ello, el saldo acumulado en un año equivale a un déficit de 1,8% del PIB. Asimismo, al cierre del trimestre, la posición de inversión internacional neta redujo su saldo deudor, ubicándose este en US$39.497 millones (16,3% del PIB). El resultado se explica por un incremento en el stock de activos, particularmente de los fondos de pensiones, asociado al buen rendimiento de las bolsas internacionales durante el período. Por su parte, la deuda externa se ubicó en US$208.108 millones (85,9% del PIB), lo que representa un aumento respecto del trimestre previo. Del total de deuda externa, US$68.125 millones corresponden a pagos programados para los próximos 12 meses, siendo las empresas de inversión extranjera directa (IED) y los bancos, los principales deudores.