Chocolates bolivianos desatan una agradable competencia

Si recordamos que, según varias investigaciones científicas, el chocolate con alta concentración de cacao brinda importantes beneficios al organismo humano, la buena noticia está completa. Ello porque, a ojos vista, al menos ocho marcas de chocolates compiten abiertamente en cuanto a calidad y oferta en el país. Una sorprendente industrialización de la diversa producción de cacao boliviana se advierte en las vitrinas y escaparates de los supermercados y negocios especializados en el área.

Vale también destacar que estos productos llegan desde las diversas regiones que conforman la geografía nacional. De la Amazonía beniana, donde se cosecha la principal producción de la materia prima provienen, por ejemplo, los chocolates Baure. Del trópico cruceño, más específicamente San Carlos, basados en el cacao del Amboró, ha surgido la producción de La Huerta. Los pioneros industriales chuquisaqueños traen lo suyo con productos como Taboada o Para Ti. Y La Paz aporta con marcas ya emblemáticas como Breik, El Ceibo, Cóndor y Saltus.


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Hay un factor que no deja de sorprender: mientras diversos productos extranjeros subrayan en sus envases que contienen “esencia con sabor a chocolate”, los nacionales promocionan altas concentraciones de cacao. Baure, La Huerta y Ceibo ofertan incluso barras comestibles con concentraciones del 100 por ciento del cada vez más preciado grano. Todas las industrias mencionadas venden algunos productos que superan el 70 por ciento de concentración. La mayoría también tiene la condición de “orgánica”, pues casi no usan la transgénica y polémica lecitina de soya.

Se ha sabido de variedades que tuvieron producciones exclusivas de altísima calidad que fueron enviadas al exterior debido a su calidad y delicadeza. De hecho, por ejemplo, el chocolate negro de El Ceibo, clasificado como “fine dark organic chocolate – diestro llc” tiene su propia página en la red social Facebook, que está en inglés. Son tabletas que se exportan en pequeñas cantidades a través de la vía aérea, debido a que el chocolate no tiene conservantes.

Pero la competencia también se ha desatado en cuanto a las combinaciones y añadidos. Los tradicionales Para Ti, Breik, Cóndor y Taboada tienen vasta experiencia en ese campo. Breick presenta nada menos que 160 variedades y Taboada 120.  Por volumen, con más de 60 toneladas trabajadas, la empresa más grande resulta El Ceibo.

En lo referido a las combinaciones, la competencia también se dinamizó en años recientes. A las clásicas fórmulas que replicaban productos elaborados en el exterior empezaron a incorporarse creaciones bolivianas. Un hecho destacado constituyó la visita de expertos que asesoraron las líneas de innovación.  En 2007, por ejemplo, la reconocida experta francesa Chloé Doutre-Roussel llegó a Bolivia para asesorar a El Ceibo. Taboada trajo a entendidos alemanes y Saltus tuvo influencia holandesa, por citar sólo algunos ejemplos.

El resultado de aquellas iniciativas y de las que surgieron luego de la propia creatividad nacional fueron chocolates como aquellos que incorporan sal de Uyuni, producidos por El Ceibo. Baure presentó tabletas de chocolate con sabor a locoto. Para Ti les puso productos andinos como ají, coca, quinua y amaranto. Las variedades proliferaron a combinaciones con frutos amazónicos como el asaí, el copoazú o trozos finos de café.

Todas las marcas mencionadas celebran el haber logrado tener capacidad de exportación. Taboada llega a Chile, Colombia y Estados Unidos. El Ceibo ha exportado también a EEUU, Francia, Suecia, Japón y Chile, los Breik se venden en Canadá, sólo para citar tres ejemplos destacados. Ello ha implicado que estas industrias necesariamente acrediten altos índices de calidad ante agencias estatales y organismos internacionales especializados.

En la competencia chocolatera cada fábrica también exhibe sus pergaminos. Un caso destacado ha sido el de Saltus. Dos variedades de este chocolate obtuvieron medallas de plata en el International Chocolate Awards, tradicional competencia independiente, que se realizó en New Jersey, Estados Unidos, hace un año. Los productos premiados fueron las barras de chocolate de 62 por ciento con inclusiones de trozos de cacao y las de 62 por ciento con inclusiones de trozos de café, en la categoría “Barras de chocolate negro con inclusiones o piezas”. Saltus ha sido la primera empresa boliviana en ganar estos reconocimientos.

Sin duda, buena parte de este sabroso escenario responde a otro de los regalos que la naturaleza ha brindado a los bolivianos. Porque a la hora de las premiaciones, la materia prima que da pie al campeonato boliviano de los chocolates detenta un particular prestigio. Algunas de las variedades de cacao boliviano, provenientes de Beni y el norte paceño, están consideradas entre los mejores del planeta. Clasificaron como finalistas del concurso mundial más importante, Salón du Chocolat de París, en tres oportunidades consecutivas hasta 2017.    Y en 2019, el Programa Cacao de Excelencia (CoEx), de la Alliance of Biodiversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical, reconocieron al cacao boliviano “como uno de los mejores del mundo”. La muestra EMMONI participó entre 55 países y 233 tipos de cacaos, ganó por su calidad extraordinaria, destacó su aroma, acidez, amargor y astringencia. El cacao de EMMONI es recolectado de los bosques de las islas de cacao de San Francisco, San Carlos, Catiene, San Pedrito e Itauwal, de los municipios de Huacaraje y Baures de la provincia Iténez del departamento de Beni.

El 7 de julio se celebró el Día Mundial del Chocolate. Indudablemente, los bolivianos afectos a este célebre producto tuvieron un motivo de alegría. Más aún, si se considera que, en medio de la difícil coyuntura que atraviesa el planeta, unos pedacitos de chocolate fino consumidos con moderación, 40 a 50 gramos, reducen los niveles de las hormonas que desatan el estrés y aportan una sustantiva cantidad de antioxidantes. ¡Qué siga la competencia!