Placer gastronómico y vida nocturna en Buenos Aires, Argentina

Asado y vino - Buenos Aires

De acuerdo al portal de noticias Libertad Digital, Comer, beber y salir en Buenos Aires: el brillo de la cara más hedonista de la capital Argentina

Buenos Aires, una ciudad para olvidar el colesterol, abominar del veganismo y darse por entero al placer, no sé si culpable, pero desde luego intenso.


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De las muchas cosas que me sorprendieron de Buenos Aires, una fue el altísimo nivel gastronómico de la capital de Argentina. Un nivel, además, que recorre varias escalas y tipos de restaurantes, desde lo más alto a lo meramente callejero y que, por último, transciende la mera restauración para extenderse por otras ramas de la hostelería y, singularmente, a una noche llena de locales interesantísimos, que es muy intensa y que también tiene su cara gourmet en una coctelería excepcional.

Incluso en algunos sitios, como el Trade Sky Bar de la calle Corrientes, se unían las dos cosas y, además, de una forma bastante espectacular.

Se trata de una mezcla de restaurante y club nocturno que ocupa las últimas plantas de un edificio alto con unas vistas excepcionales de la ciudad.

Allí, con una brisa refrescante y al son de una música agradable tomé los primeros cócteles de mi viaje y un corte de entraña acompañado de espaguetis a la carbonara, ambos absolutamente deliciosos, a un nivel mucho más alto del que yo esperaría en un local similar en Madrid donde, quizá me equivoque al generalizar pero creo que no, la comida nunca estaría tan cuidada… y los precios serían mucho más altos.

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La excelencia de Casa Cavia

Nuestra siguiente parada gastronómica, unas horas después, fue en Casa Cavia, un restaurante, bar ¡y editorial! que ocupa un precioso local y un bonito patio en el barrio de Palermo, cerca de la Recoleta, en una zona tranquila y señorial de la ciudad.

Cavia está en un bonito edificio y tiene unas salas elegantes y agradables, su personal es un ejemplo de profesionalidad y simpatía –un rasgo común a los de prácticamente todos los locales que conocí en mi viaje–, y las presentaciones, tanto de platos como de cócteles, son muy cuidadas.

La comida empezó con «unos tragos» elegidos de una extensa carta de coctelería y que despertaron la admiración de los presentes. Después una selección de entrantes que estaba muy bien nos llevó hasta los platos principales, que en la mayor parte de los casos fueron de carne.

Y qué carne, señores.

Siguiendo el consejo de uno de nuestros anfitriones pedí un corte llamado flat iron, que resultó completamente delicioso, pero además picoteé de prácticamente todos los platos en la mesa y no había nada que no fuese exquisito, excepcional, sobresaliente.

El mate y la yerba mate

El mate es sin duda una de las cosas que identifica a Argentina y fue también una de las paradas de nuestro viaje. Lo hicimos de la mano de una empresa joven pero muy activa. En una lujosa tienda de polo junto al pequeño pero entrañable barrio chino de la ciudad Nico y Mechi, los dos socios de Mathienzo, nos desvelaron los secretos de esta yerba y de la forma de prepararla.

Lo cierto es que, más allá de un sabor que se hace un poco extraño para el profano, al menos al principio, todo lo relacionado con el rito de preparación que requiere y con la calmosa toma de la infusión, rellenando una y otra vez el mate –que en realidad es el recipiente en el que se toma la yerba mate– me pareció muy interesante. No sé si me animaré a prepararme mates en Madrid, pero desde luego recomiendo probarlos en Buenos Aires.

De bodegones y parrillas

Nuestra siguiente parada de este esforzado tour gastronómico fue en Mengano, un local de nombre genial que se ha convertido, a decir de la prensa local, en el «bodegón estrella de Palermo».

Los bodegones eran hasta hace muy poco locales muy populares y económicos en los que se sirve comida muy tradicional, Mengano parte de esa idea pero como otros nuevos restaurantes de la ciudad, se ha decidido a modernizar esa cocina de siempre y darle un plus de calidad o, sí prefieren que lo diga así, un toque de alta cocina. O de sofisticación. Así, las empanadas de carne son como las típicas de toda la vida, pero un poco más ricas, y luego hay variaciones curiosas como el sándwich de milanesa.

Todo regado con un maridaje de excelentes vinos argentinos, muy bien servido por personal que conocía a la perfección su trabajo y en un local moderno, decorado con gusto y agradable. Imprescindible.

Por último, una propuesta más sencilla, pero también deliciosa, es la de La Cabrera, una parrilla muy típica en la que se presenta sobre todo carne –otra vez, por supuesto– con elaboraciones sencillas que resultan perfectas cuando el producto de primera calidad.

Lo disfrutamos en el puesto que tiene en el Mercado de Carruajes, un bonito mercado gastronómico en el barrio de Retiro que ocupa un edificio antiguo elegantemente remodelado y que, al menos en el día en el que lo visitamos, se diría que le falta un poquito de vida.

En resumen, La Cabrera es sin duda una forma directa de disfrutar de las delicias cárnicas de un país en el que hasta en un puesto callejero para turistas de La Boca la carne está muy rica y en el que el viajero debe olvidar el colesterol, abominar del veganismo y darse por entero al placer, no sé si culpable, pero desde luego intenso.

La muy loca y divertida noche bonaerense

Y si me sorprendió el elevadísimo nivel de los restaurantes, les confieso que sí me llamó muchísimo la atención la vitalidad de la noche bonaerense, la variedad de los locales en los que puede disfrutarse y el ambiente excelente en casi todos ellos.

Ya les hablé del Sky Trade Bar, un lugar perfecto para disfrutar de una noche tranquila disfrutando de la brisa y las vistas. Sin brisa ni vistas pero con una experiencia muy especial era el Nicky Harrison, un club dizque clandestino que propone un viaje en el tiempo –¡casi literalmente!– a los Estados Unidos de la prohibición. Ambiente cuidadamente canalla, decoración genial, unos cócteles exquisitos y una música de jazz completan la propuesta.

También para una noche tranquila o al menos para los primeros pasos de la velada resultaba muy recomendable Cochinchina, un local en el que los tragos pueden anteceder o seguir a la buena mesa. De nuevo con una decoración llamativamente cuidad y con un personal genial. Noches más locas promete el ambiente gay, pero ‘hetero friendly’ de Peuteo, también en Palermo, donde estaban la mayor parte de los locales que vistamos.

Y finalmente, mi preferido fue el Uptown, un club que imita una estación de metro de Nueva York –¡con un vagón incluido que hay que atravesar para entrar a la sala! – en el que la propuesta era más sencilla: cervezas, combinados, música a todo volumen y muchísima gente en un espacio grande, sorprendente y muy divertido.

Mi experiencia no fue completa pero les prometo que aproveché al máximo mis cuatro días y sus cuatro noches en Buenos Aires y la conclusión fue clara: sin duda la mesa y la noche son dos de las razones más poderosas del atractivo de una ciudad que es absolutamente apasionante.

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