Esa brecha -que por estos días desvela al secretario de Comercio Roberto Feletti– se incrementó 15 puntos porcentuales durante la pandemia y el programa de Precios Máximos distorsionó aún más los precios relativos de una economía que convive con tasas altas de inflación desde hace décadas.
Las diferencias en los precios de panificados, leches, yogures, quesos, yerbas, harinas, fideos y bebidas sin alcohol entre canales (comercios de cercanía versus grandes superficies) existieron siempre; pero entre enero de 2019 y febrero de 2022 la brecha aumentó de 35% a 50%.
A pesar de que el fenómeno es percibido por la mayoría de los consumidores, Roberto Feletti lo reconoció en voz alta recién el lunes durante una reunión sectorial en Comercio ante los actores de la industria. «Según datos desagregados del último informe del Indec (en referencia al IPC), la diferencia es casi de 50%», dijo el secretario de Estado.
La principal fuente de información de Comercio respecto de precios no es Indec, sino el Sistema Electrónico de Publicidad de Precios Argentinos (SEPA). Se trata de una base de datos oficial que sirve exclusivamente para relevar información diaria de los precios en góndola de grandes superficies.
Pero no existen datos de lo que ocurre en el canal de comercios de proximidad, en el que predomina la informalidad y es heterogéneo por estar atomizado.
Quién está a cargo de controlar los precios en el Gobierno no sólo admitió estar preocupado por esa brecha, que existe en la Argentina desde que hay inflación, sino que además dijo públicamente que está buscando la forma de revertir la suba desigual de los precios de los alimentos en el Gran Buenos Aires respecto a las demás regiones del país.
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