Las PyMES argentinas siguen con problemas para importar

producción de la industria manufacturera

De acuerdo al portal de noticias Aire de Santa Fe, De acuerdo con los datos de la Encuesta Coyuntural de Fundación del Observatorio PyME (FOP), solo un 8% de las PyMEs industriales importadoras directas –aquellas que negocian directamente con el proveedor del exterior– puede sustituir total e inmediatamente los insumos y bienes intermedios importados por alternativas de origen nacional.

El mismo estudio, con datos relevados en julio de 2022, afirma que el 92% restante tendría algún grado de dificultad, abarcando una amplia gama de situaciones; además de que, mientras un 24% solo podría sustituirlos parcialmente, el 65% de las industrias PyMEs que importan en forma directa no podrían sustituirlos y se limitarían a producir según disponibilidad o, aún peor, deberían abandonar totalmente la producción.


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Como es de esperar, el costo de los materiales y el acompañamiento de la brecha cambiaria entre los distintos tipos de dólar, caen con todo el peso en los costos de venta final provocando, además, variaciones en los precios de los productos, “como por ejemplo cuando se pasó de dólar oficial al MEP para acompañar la brecha cambiaria”, explica Federico Burlando, director de LERCA S.C.A., una fábrica de fusibles de industria nacional. Si una compañía, por ejemplo, tiene que acceder al CCL –dólar cable, el cual no opera solo dentro de la bolsa porteña sino que uno de los pasos debe llevarse a cabo en una cuenta del exterior–, los precios se multiplican por dos.

Adriana Pontini, presidenta ejecutiva de Xoren Ingeniería, explica el tedioso proceso de la siguiente manera: “Hoy estamos cobrando una diferencia por ese tipo de cambio para poder pagar con CCL a través de la empresa uruguaya de Sinclair y, de esta forma, no salir del MULC –Mercado único y Libre de Cambio– pagando algunos productos muy comprometidos”.

Cuando los fabricantes nacionales que dependen de insumos de afuera advirtieron en 2019 que el cambio de gobierno podría traer devaluación y falta de divisas, comenzaron a poner en acción estrategias para poder paliar este problema a través de “dos instancias porque, por un lado, nos ocupamos de invertir en sobre stocks de materias primas y componentes, dando trabajo y colaborando con nuestra cadena de valor para que no cerraran empresas”, señala Burlando. Sin embargo, pasado el primer año y medio de gobierno “toda la cadena productiva empeoró, nuestros proveedores dieron los primeros avisos de escasez, de cierre de empresas e incremento en los costos de la materia prima, pasando sus precios a dólar MEP –mayores precios en dólar oficial–; ahí decidimos, ante la incertidumbre de no poder reponer las materias primas e ir al cierre, racionalizar las ventas y vender solamente hasta cubrir costos fijos. En una palabra: sobrevivir”. En los escenarios más pesimistas “no hay estrategia legal para hacer frente a la no obtención de la aprobación de las SIRA”, señala Beatriz Rintel, socia de Pitrón Aromáticos.

El SIRA es el Sistema de Importaciones de la República Argentina, un instrumento pensado para centralizar toda la operatoria de comercio exterior en una sola base de datos, vincular solicitudes de importación, despachos de mercadería y cuenta bancaria desde la cual se accede a los dólares y se realizan los pagos de los bienes o servicios. Ante una SIRA no aprobada “no nos queda más que esperar, con el perjuicio que eso implica para el cliente final que son grandes empresas como YPF, Pan American Energy y otras que consumen nuestros sistemas; si no podemos importar no tenemos estrategia posible porque –en nuestro caso– importamos tecnología que no se fabrica en el país”, señala Adriana Pontini.

Algunos de los rubros más afectados

Con el cierre de importaciones y para el caso de la industria metalúrgica, los productos que más costó conseguir fueron “aquellos con alto contenido de cobre, latón, estaño, papel, cartón fino, plásticos y componentes específicos que solo se producen en el exterior,” señala Burlando. No así para “el hierro y el aluminio que tienen producción local y el riesgo de escasez no ocurre”. En el rubro de empresas que facilitan productos químicos las materias primas más afectadas fueron las “utilizadas en la fabricación de fragancias para las industrias de higiene industrial, comercial hogareña y personal, pero también las utilizadas en la fabricación de sabores para la industria alimenticia las cuales no se fabrican en el país y su producción requiere de enormes inversiones en complejas y costosas instalaciones de plantas industriales”, detalla Beatriz Rintel. Un plan casi imposible de realizar.

Adriana Pontini cuenta que, cuando se trata de soluciones tecnológicas el cuadro más complicado porque “los servicios que debemos pagar al exterior o los softwares dónde se debe solicitar la SIRASE –una herramienta diseñada para analizar el cumplimiento fiscal y la capacidad económica financiera de los contribuyentes que realicen un pago al exterior por servicios contratados– son el 50% de nuestro negocio y no nos han aprobado ninguno”.

Estrategias para salir a flote

A diferencia de otro tipo de industrias dónde por más creatividad que se aplique, las opciones para hacer frente a las restricciones son escasas, “nosotros hemos aplicado y difundido la economía circular”, dice Federico Burlando. El proceso, cuenta, comienza con la recompra de “productos usados a nuestros clientes, separando materias primas y componentes, dando tratamiento a los mismos, disminuyendo los residuos y la polución ambiental y dando de esa manera, otro servicio a nuestros clientes (el ambiental) además de crear trabajo social”. Por otro lado, cuenta que se “abrió un nuevo nicho en la reventa de productos no fabricados por nosotros, pero que necesitan nuestros clientes y que aún se consiguen en el país con el fin de aprovechar la cadena comercial”.

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