Las consecuencias de comprar comida en cuotas

Las asociaciones de usuarios y consumidores ADDUC (Asociación de Defensa de Usuarios y Consumidores) y la Unión de Usuarios y Consumidores estuvieron presentes esta mañana en supermercados e hipermercados de la Ciudad de Buenos Aires para dar seguimiento al estado de cumplimiento de la resolución Nº 1050/21 emitida por la Secretaría de Comercio Interior, que estableció el congelamiento de precio de 1432 productos, retroactivo desde el 1 de octubre de 2021 hasta el 7 de enero de 2022.

Sin embargo, el cepo a los viajes al extranjero no sería lo más grave aquí: así como los argentinos están obligados a pagar al contado un viaje al extranjero, en los hechos muchos también están obligados a pagar la comida en cuotas.


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En este punto, cada vez son más los argentinos que, ante meses que son cada vez más largos y sueldos cada vez más cortos, deben recurrir a la tarjeta de crédito en almacenes, supermercados o mayoristas. Y así lo reflejan distintos informes, como el publicado esta semana por el Indec.

De acuerdo con el estudio del Indec sobre las ventas en supermercados, actualizado al mes de septiembre, la tarjeta de crédito es el principal medio de pago, alcanzando el 35,7% de las transacciones, superando al efectivo y al débito. A esto hay que sumarle que un 5,7% elige «otros medios», como Mercado Pago, que también permite cuotificar.

Y a partir de allí, cualquier otro gasto «corriente», como la compra de indumentaria, también terminará siendo financiado (en este punto, en países normales ubicados en esta parte del mundo, no pueden comprender que un argentino compre un par de zapatillas en cuotas).

Cualquier economista coincide en que una persona, una familia, un país o una provincia, no debería endeudarse para pagar sus gastos corrientes. Sin embargo, cada vez son más los argentinos que utilizan la tarjeta de crédito para gastos elementales, como comida, artículos de limpieza o productos de almacén, algo inimaginable en países normales, y la indumentaria.

Dicho de otra forma, mientras que en Argentina se compra la comida en cuotas y se pagan los viajes al contado, en un país promedio ocurre exactamente lo contrario. Otro signo de una anormalidad que caracteriza a una Argentina distinta a Venezuela, pero que fácilmente podría ser una representación a escala.

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