La productividad inclusiva está ausente en las empresas argentinas

Pocas compañías locales aplican planes para incrementar la productividad tanto en calidad como en cantidad, la inversión en capital humano y en capital físico.

Qué es la productividad inclusiva

Para los autores del documento, la productividad inclusiva es el mejor camino para crecer con progreso social. “La productividad sin inclusión no es aceptable política y socialmente. Y la inclusión sin mayor productividad, no es sostenible”, sentencian en el trabajo donde se impulsa la propuesta de Productividad Inclusiva (PI) que sugiere que el camino más eficaz y menos riesgoso es un crecimiento compatible con la reactivación, cuyo corazón es impulsar la demanda con protagonismo de la inversión en capital humano y físico y de las exportaciones.


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Todo lo dicho, agregan, favorece una mayor creación de empleos formales y una generación de divisas más sostenible. Sostienen también que una menor desigualdad requiere un impuesto a los ingresos de las personas realmente más progresivo y una sustancial mejora de los impuestos patrimoniales, sin duplicaciones y generadores de inversión.

Al respecto, el propio Llach sostiene que las propuestas del IAE se asientan en un trípode: inversión, empleo e inclusión. Es decir, invertir en capital físico y humano, para aumentar así la productividad y el empleo formal, y combatir la pobreza y mejorar otros aspectos de la inclusión.

Para el economista, la productividad inclusiva necesita que estos problemas sean superados. “Emprender un rumbo en el sentido de nuestro trípode también ayudaría a superar los mencionados desafíos macroeconómicos. Por caso, el camino genuino para resolver la escasez de divisas es un salto duradero del saldo comercial externo por mayor inversión orientada a las exportaciones, para depender así menos de sus precios o de la demanda y más de la productividad aumentada por la inversión”, detalla.

Qué dice la encuesta sobre productividad inclusiva

De los resultados de la encuesta surge que sólo un 35% de las empresas reconoce haber encarado proyectos relacionados con la productividad inclusiva en los últimos tres años, sin observarse diferencias significativas entre segmentos.

Del mismo modo, siete de cada 10 encuestados admite que sus empleados aceptan o aceptarían la puesta en marcha de la productividad inclusivaen tanto se destaca un elevado nivel de desconocimiento por parte de los sindicatos con un 42,2%, mientras que otro 36,9% considera que en períodos de reactivación económica sería viable en Argentina la productividad inclusiva.

Del informe surge también que ocho de cada 10 empresas no posee un esquema de participación en las ganancias, e independientemente de tenerlo implementado, un 43,7% considera que en la situación actual del país no sería conveniente implementarlo en su empresa. En este sentido, destacan significativamente las empresas del sector de comercio que en mayor proporción manifiestan que sí seria conveniente, y las industriales teniendo mayor peso sobre el desconocimiento en términos de conveniencia.

Empresas con tecnología de punta, a la cabeza

Entre quienes sí miden la productividad en la empresa admiten, en similares proporciones, que en los últimos cinco años la misma se ha mantenido e incluso mejorado. Mientras tanto, comparativamente entre empresas equivalentes admiten, en un 40,5%, observarla en similares términos, en tanto un tercio manifiesta no compararla.

Con respecto al impacto de la revolución 4.0 en la productividad, el 80% de las empresas reconoce tener identificados los cambios tecnológicos de impacto en el negocio.

Las aplicaciones y sistemas en la nube son las herramientas más utilizadas para afrontar la Revolución 4.0, mayormente entre empresas de servicios; de menos de 49 empleados, mientras que sólo un 13,1% manifiesta no utilizar ninguna de las herramientas enumeradas.

De todos modos, el contexto económico del país se erige entre las principales barreras a las que las empresas se enfrentan al introducir nuevas tecnologías. Otras barrera son el alto nivel de inversión requerida, en especial entre las empresas radicadas fuera de Capital Federal y la provincia de Buenos Aires.

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