El consumo argentino está cada vez más devaluado

Los economistas resaltan que en la Argentina hay un desfase entre el valor de la emisión de mayor denominación y su poder real de compra en el mercado interno.

Con altas tasas de inflación sostenidas en el tiempo, el billete argentino de más alta denominación -el papel de $1.000- rápidamente dejó de ser suficiente para la compra de algunos alimentos básicos en el supermercado, como un kilo de queso o un kilo de carne, que superan ese valor. En la lista de precios relevados en la última publicación del IPC del Indec correspondiente a junio, donde se conoció que la inflación en los últimos 12 meses alcanzó el 50,2%, aparecen tres productos con valores promedio por encima de los 1.000 pesos el kilo.


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Estos productos son el kilo de salame a $1.098,53, en el Gran Buenos Aires; el kilo de queso Pategrás $1.142,73 y el kilo de queso Sardo $1.225,32. Pero en una búsqueda por cadenas de supermercados, se puede encontrar también que el billete de mayor denominación es insuficiente para acceder a un kilo de carne de algunos cortes como colita de cuadril de novillito a $1.205; vacío a $1.105 o milanesa de peceto a $1.289. O una botella de aceite de oliva de un litro, de la calidad más premium, que cuesta 1.321,40 pesos.

Imagen cortesía de Infobae

La fuerte y continua presión inflacionaria genera que la denominación de los billetes quede rápidamente fuera de rango. El lanzamiento de billetes de mayor denominación es una muestra de aceptación de la alta inflación y de la imposibilidad de encontrarle soluciones concretas. En definitiva, es una muestra de debilidad”, explicó a Infobae el economista Pablo Besmedrisnik, director de la consultora Invenómica.

El poder de compra del billete de mayor denominación en los Estados Unidos es alrededor de siete veces mayor el de la Argentina (Besmedrisnik)

El economista hizo algunas comparaciones internacionales que muestra el desfase que existe en la Argentina entre el valor del billete de mayor denominación y su poder real de compra. Entre los casos más paradigmáticos, se destaca la hamburguesa Big Mac, de la cadena McDonald’s, que se convirtió en una referencia internacionalCon un billete de $1.000 en la Argentina se pueden comprar cerca de dos Big Mac y medio. Y en los Estados Unidos, por ejemplo, con un billete de USD 100 se pueden adquirir 18 hamburguesas de iguales características. “Es decir, en términos de Big Mac, el poder de compra del billete de mayor denominación en los Estados Unidos es alrededor de siete veces mayor el de la Argentina”, destacó.

Y si bien los autos, en general, no se compran en efectivo, a modo de ejemplo se puede comparar la cantidad de billetes necesarios para acceder a un auto de gama media. En la Argentina se necesitan más de 2.000 billetes de $1.000, mientras que en los Estados Unidos alcanza con la décima parte, tan solo 200 billetes de USD 100. “Siguiendo con el caso de los Estados Unidos, tener USD 100, que es su billete de mayor denominación, en el bolsillo asegura cierta tranquilidad como para afrontar gastos inmediatos de alimentación y transporte, más allá de que cada vez es más infrecuente el uso de billetes”, agregó Besmedrisnik.

El billete de $1.000 comenzó a circular en diciembre de 2017 -equivalía a USD 54, casi 10 veces el poder de compra actual-, durante el Gobierno de Mauricio Macri. Un año y medio antes, en julio de 2016, se había incorporado el billete de $500 que, en ese momento, se convirtió en el primer papel moneda superior a $100 desde 1992, cuando el “peso convertible” reemplazó a los australes.

Sin aumento en la denominación de los billetes cada vez se requieren más billetes físicos lo que tienen muy altos costos, no solo para el Banco Central sino para todo el sistema bancario

“Esto muestra un problema estructural de la Argentina. Sin aumento en la denominación de los billetes cada vez se requieren más papeles físicos, lo que genera muy altos costos, no solo para el Banco Central sino para todo el sistema bancario. Se mantiene esa idea de que un aumento en la denominación genera más expectativas de inflación”, explicó el economista Nicolás Gadano, ex gerente General del BCRA durante el gobierno de Cambiemos.

“A pesar de que se busca ir hacia más medios de pago digitales, aun hay mucha gente que se maneja con efectivo. El año pasado se imprimió mucho más para cumplir con el fuerte aumento de la demanda. Y fueron a sectores poco bancarizados, como los beneficiarios del IFE. En el balance 2020 del Banco Central, el ítem de gastos de emisión paso de $5.000 millones en 2019 a $10.000 millones ajustado por inflación. Es decir, un 100% en términos reales”, destacó Gadano.

Los rubros de carnes y lácteos fueron dos de los que más aumentaron durante este año. “Se cerró un semestre con bastantes presiones en precios de alimentos. Por un lado, el año pasado el programa de Precios Máximos fue muy abarcativo y hubo varios meses de congelamiento y luego se recuperó el terreno perdido. En carnes, desde octubre del año pasado viene subiendo muy fuerte, pero la buena noticia es que que los precios ya muestran una desacelaración respecto de los meses anteriores”, detalló la economista Agostina Myronec, analista de Ecolatina.

“El rubro de carnes y derivados, en los meses de enero a junio, tuvieron un promedio de 5% de inflación mensual. Es altísimo. En consumo masivo se acumularon muchos atrasos. Por ejemplo, lácteos acumuló subas de 20% en todo 2020, según los datos de Indec para GBA; y de enero a junio de 2021 subieron 35%”, dijo la economista.

En el balance 2020 del Banco Central, el ítem de gastos de emisión paso de $5.000 millones en 2019 a $10.000 millones ajustado por inflación. Es decir, un 100% en términos reales (Gadano)

Un relevamiento de la consultora Focus Market comparó el poder adquisitivo de $1.000 en 2010 y en 2021. Por ejemplo: se podían comprar 323 paquetes de yerba de 500 gramos, mientras que ahora apenas 16 unidades. En el caso de una botella de agua de dos litros, se pasó de 350 a 34. Y para el aceite girasol de un litro y medio, de 129 botellas a apenas diez.

“Nuestra moneda está muy devaluada, contar con billetes de mayor denominación es una gran necesidad de mercado. Por cuestiones de seguridad y practicidad, por costos, por lugar físico de los bancos y cajeros. Vale lo mismo hacer un billete de baja o alta denominación. El Gobierno, tal vez no quiera reconocer un billete de mayor denominación pero hoy $1.000 equivalen a menos de USD 6. Las monedas de $10 equivalen USD 0,06 y hoy un caramelo en un kiosco cuesta por lo menos $5″, resumió el economista Mariano Otálora.

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