Infobae explica que en los últimos 20 años, la Argentina pasó de explicar el 19 al 3,8% del stock de inversión extranjera directa en América Latina y de ser el tercer al sexto receptor en la región. Los resultados podrían ser peores: buena parte de la que se computa es reinversión de fondos que no pueden transferirse al exterior.
Hemos conocido en los últimos días nuevos casos de empresas internacionales que se retiran de Argentina. Si la mirada se extiende algunos meses, la salida abarca desde algunas firmas del rubro de aeronavegación, pasando por organizaciones dedicadas al retail, siguiendo por otras en los seguros, los laboratorios o la producción petrolera, y llegando a empresas de producción agropecuaria o de alimentos, y hasta a alguna universidad internacional destacada.
Nueva etapa
Esta nueva etapa de la economía internacional tiene 5 grandes cualidades: es crecientemente global (el comercio internacional crece en 2021 un 8% en todo el mundo), se desarrolla en el marco de una inédita transformación tecnológica (el mayor motor de la economía es el capital intelectual que genera la mitad del PBI global cada año), está influida por una nueva geopolítica que influye en las decisiones productivas (la guerra comercial entre EEUU y China fue un exponente, pero hay muchos otros como el Brexit, el Pacto de Paris y la Nueva Ruta de la Seda), se ampara en nuevas relaciones internacionales que integran mercados en base a exigentes estándares de calidad (ambientales, sanitarios, de seguridad, de derechos subjetivos) y está liderada por empresas innovadoras que “crean el futuro” (de las 100 “mayores economías” del mundo 70 son empresas y solo 30 son estados nacionales).
Qué es la Inversión Extranjera Directa
Dice la OCDE que la inversión extranjera directa (IED) “es una categoría de inversión transfronteriza que realiza un residente de una economía (el inversor directo) con el objetivo de establecer un interés duradero en una empresa (la empresa de inversión directa) residente en una economía diferente de la del inversor directo. Y la motivación del inversor directo es establecer una relación estratégica de largo plazo con la empresa de inversión directa para garantizar un nivel significativo de influencia en la gestión de la empresa”.
La Argentina fue siendo relegada del mapa mundial y del mapa regional de inversiones extranjeras directas. En la imagen, cifras de un reciente informe de Cepal
En el mundo el stock de inversión extranjera hundida -operando en todos los países- terminado el año 2020 es de 41,8 billones de dólares. Se trata de una cifra 107% mayor que la de inicio de la década anterior (en 2010).
En Latinoamérica ese stock de IED es de 2,2 billones de dólares, lo que supone un 40% mas que en 2010.
Según UNCTAD el stock de IED operando en Argentina es en 2020 de USD 85.000 millones, algo menor que la cifra que se contaba en nuestro país en 2010. En este periodo 2010-2020, el stock de IED operando en la región (mientras no creció en Argentina) creció significativamente en Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay y Paraguay (también creció en todos los países de Centroamérica).
Estancamiento y retroceso
La performance argentina en esta materia, como se observa, es muy poco consistente con el potencial de su economía. Pero este resultado explica una década de estancamiento y aun de retroceso. Argentina muestra, así, las peores ratios de inversión extranjera directa recibida en relación con su PBI en la región. Mas aún, si se efectuara una consideración cualitativa se podría admitir que las cifras en Argentina podrían ser peores porque buena parte de lo que se acepta como IED que se computa entre nosotros está justificado por reinversión de utilidades de empresas que están limitadas de enviar fondos al exterior por restricciones regulatorias, haciendo que la participación de la reinversión sea en nuestro medio mayor en términos relativos que la que explica la cifra que muestran los vecinos que logran mayor ingreso efectivo desde el exterior de nuevos importes dirigidos a la producción por parte de empresas extranjeras.
La tendencia, pues, preocupa más que el resultado de un año puntual. Un país que reduce la relevancia de empresas internacionales en su economía padece desacople tecnológico, genera menos empleo de calidad, exporta menos, reduce su inversión total y hace descender niveles generales de productividad.
Reciba las últimas noticias de la industria en su casilla:
Suscribirse ✉